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“Les enseñé a mis papás que el deporte no tiene género”: Salomé Valencia

  • Salomé pasó a grado quinto en el colegio Cooperativo de Apartadó. Ella es la única bicicrosista de su curso. FOTOs Edwin Bustamante
    Salomé pasó a grado quinto en el colegio Cooperativo de Apartadó. Ella es la única bicicrosista de su curso. FOTOs Edwin Bustamante
  • Salomé Valencia. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
    Salomé Valencia. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
14 de enero de 2020
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Terca es la palabra con la que Erika Atehortúa Ceballos y Nelson Valencia Castaño definen a su hija Salomé Valencia Castaño.

Con esa actitud la oriunda del municipio de Apartadó logró convencer a sus papás de apoyarla en su deseo de practicar bicicrós, disciplina que en esa población del Urabá antioqueño es más popular entre los hombres.

Salomé, de 10 años de edad, cuenta que con tan solo 3 años ya tenía claro qué deporte quería practicar, por eso, desde esas edad, le pidió al niño Dios su primera bicicleta.

El gusto por esta modalidad creció luego de que su papá le enseñó a montar. Después de ese momento cada traído en Navidad siempre ha estado destinado a “engallar” su cicla y siempre pensando en poder superar los morros de la pista de su lugar de origen.

Pero, al cumplir seis años, su madre la persuadió a cambiar de actividad. Fue entonces cuando empezó a practicar patinaje de carreras.

“Mi mamá me insistió mucho en que me pasara. Era un capricho de ella porque me decía que el patinaje era un deporte para niñas”, recuerda Salomé.

Aprendió a montar en patines tradicionales y luego pasó a los de línea. Compitió en Intercolegiados y en eventos de su municipio, pero nunca mostró espíritu competitivo.

“Terminaba de última y a mi papá le disgustaba eso porque sabía que no me esforzaba porque no me apasionaba. Me daba pereza y no le ponía ganas como cuando a uno le encanta algo”, comenta la menor de edad.

Era tanto su desinterés por el patinaje, relata, que se volaba de los entrenamientos y se pasaba, con todo y patines, para la pista de BMX a preguntarle a Fredison Garcés, entrenador del club Fénix Voladores, cuánto valía la inscripción y cómo podía entrar al equipo para así contarle a su papá y que él, finalmente, la dejara practicar con ellos.

“Él quería apoyarme pero mi mamá decía que no porque solo lo practicaban niños, pero yo les enseñé que el deporte no tiene género, que en el patinaje, que supuestamente es de niñas, también hay niños y que en bicicrós, que es de hombres, hay mujeres”, explica Salomé, que con argumentos, interés y la terquedad que la caracteriza, convenció a Nelson y, especialmente, a Erika, en dejarla ser bicicrosista.

Garcés, entrenador del único club de BMX en Apartadó, afirma que, en su pueblo, es más la resistencia de los papás para que sus hijos, y más las mujeres, ingresen a esta actividad, que de los mismos deportistas, pues hay muchos a los que les gusta pero no cuentan con el apoyo de sus familias.

“Eso nos pasa con las niñas cuando vamos a los colegios. Ellas son las más interesadas, las que más preguntan, pero son los papás los que no las dejan, ya sea por el riesgo o porque piensan que este es un deporte solo para hombres”, reitera Fredison.

Esa creencia cultural es la que el profesor ha tratado de eliminar gracias al deporte. Aunque el proceso es lento, pues de 50 corredores que tiene en su club, cinco son mujeres.

“Son chicas muy comprometidas, su ejemplo ha servido para motivar a otras a que se acerquen a la pista y así hemos logrado que sus familias dejen ciertos prejuicios, pero también es cierto que hace falta mucho respaldo, recursos para que los niños elijan el camino del deporte”, expresa el entrenador.

Eso le pasó a Erika, que tras ver el gusto y la pasión que Salomé siente por el BMX, “cambió el chip” y ahora es la más fiel seguidora en cada una de sus competencias.

“No le niego que me dan muchos nervios porque una es la que más sufre cuando pierden o se caen, porque verlos llorar por una herida le duele más a uno de mamá, pero ella me ha demostrado que esto es lo que quiere y que uno tiene que apoyarlos”, comenta esta madre, quien no paraba de animar ayer a Salomé mientras atravesaba la pista Antonio Roldán Betancur del barrio Belén.

Salomé fue la única representante mujer de Apartadó en el Festival de Festivales, evento en el que compitió por primera vez junto a otros 13 compañeros que lograron un cupo para participar en el babybicicrós.

Para ella y sus amigos esta fue toda una aventura, ya que era la segunda vez que corrían en la ciudad (la primera fue en el Clásico EL COLOMBIANO) y en la que más allá de competir por una medalla, disfrutaron de conocer y compartir con otros deportistas en la pista, un escenario en el que no existe diferencia de género.

Salomé Valencia. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
Salomé Valencia. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
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deportistas compitieron en el babybicicrós del Festival de Festivales 2020.

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