El artista marcial brasileño Caio Terra posee el récord mundial de haber llegado a cinturón negro después de tres años de entrenamiento. Lo hizo practicando jiu-jitsu, pero en Antioquia la academia Wuam acaba de graduar un grupo de 10 practicantes de taekwondo a tal grado, y entre ellos, hay 8 menores de edad.
El maestro Flavio Antonio Pérez Baena habló sobre cómo fue este proceso, que no es común. “La mayoría son muy pequeños. De hecho, Sebastián Becerra tiene 11 años; Laura y Miguel Castaño, además de Juan José Gómez, 12. Los otros, que son Samuel y Miguel Jaramillo, 14. Y, los únicos tres mayores que se graduaron fueron Diego Pérez (20), Daniela Naranjo (22) y Oliver Shob (49)”.
Este forjador de deportistas explica que pese a la juventud de los 8 muchachos, mínimo llevan 7 años practicando este arte marcial. “Lo que pasa es que hacemos un programa que se llama estimulación temprana de las artes marciales, en el que entran niños, entre 3 y 4 años de edad”.
Desde esa edad es fundamental el trabajo con los padres de familia inculcándoles valores como el respeto, la disciplina y el reconocimiento a la autoridad de los mayores.
“El trabajo de habilidades motrices básicas se les desarrolla a ellos desde muy temprano”, agrega.
Una de las virtudes de estos jóvenes es que combinan la disciplina con el estudio, y el cinturón negro no es el tope de sus carreras, porque quieren llegar al noveno dan (grado máximo tras adquirir el fajón negro) y al que deben practicar por cerca de 40 años más para llegar a él.
Eso no es un problema, porque como lo reconoce el entrenador, el taekwondo es un estilo de vida. “Tengo séptimo dan y voy para octavo el año entrante”. De los 52 años de edad que tiene, 42 los ha dedicado a esta disciplina.
Dice que gracias al taekwondo los estragos del tiempo no han pasado por su cuerpo. “Me siento como cualquiera de estos jóvenes. De hecho entreno con ellos común y corriente. Es como si la edad no contara, una muestra de longevidad que requiere ese estilo de vida: cero licor, sin trasnocho, dormir bien y estudiar”.
Pese a que la mayoría son jóvenes han tenido lesiones graves que han superado con el entrenamiento. Por ejemplo, problemas de rodilla y de cadera algunos hasta accidentes, y sin importar si tienen platinas y tornillos en su cuerpo, el taekwondo se ha convertido en su vida.
En el caso de Daniela, ella es abogada y le tocaba hacer los exámenes preparatorios, al mismo tiempo que entrenaba para graduarse como cinturón negro.
Diego, también está terminando séptimo semestre de Ingeniería de animación digital, combinándolo con las prácticas.
“El proceso es muy bonito, porque estamos forjando buenas personas para la vida y el proceso ha sido con el acompañamiento familiar siempre. Han creído en el estilo de formación de la academia y de ahí los frutos que vienen recogiendo”.