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Las travesías de Jordan Gil hasta volver a casa

El antioqueño, hoy en día vinculado al Envigado FC, comparte su experiencia futbolística que lo llevó a lugares muy lejanos.

  • Siempre sonriente y dispuesto al trabajo, Wílmar Jordan lo hace en Envigado, club al que llegó el año pasado cuando estaba el técnico Eduardo Lara. FOTO Juan antonio sánchez
    Siempre sonriente y dispuesto al trabajo, Wílmar Jordan lo hace en Envigado, club al que llegó el año pasado cuando estaba el técnico Eduardo Lara. FOTO Juan antonio sánchez
18 de marzo de 2020
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Wílmar Jordan Gil cuenta que cuando aterrizó en Corea del Sur en 2011, después de una viaje de 24 horas, solo veía gente muy parecida físicamente. Ningún latino asomaba para tener algún consuelo. Como buen paisa, el muchacho criado en el barrio Belén Zafra de Medellín se las ingenió y pudo contactarse con la gente su nuevo club, Gyeongnam.

Una vez en el entrenamiento, el técnico le habló primero en coreano, luego en inglés y cuando llamó al traductor, este le dio las indicaciones en portugués. Al ver cómo sería la movida, el delantero se les arrimó a los brasileño que había en el equipo y de a poco aprendió el idioma. Así pudo mantenerse en ese país durante dos años, pues también actuó con el Seongnam.

Esta es parte de la travesía de Jordan por Asia, a donde había llegado procedente del fútbol venezolano, donde debutó como profesional en el Monagas en 2010.

En Colombia se inició en el club Talento Antioqueño bajo las orientaciones de Dilon Mosquera y la profesora Rosalba Zuluaga, y se probó, sin suerte, en Atlético Nacional.

Aparte de Corea, actuó en las ligas de Bulgaria, China. Emiratos Árabes y Portugal hasta regresar a Colombia, naciones en las que, dice, adquirió grandes experiencias.

“Aprendí a conocerme, porque pasaba la mayor parte del tiempo solo, sin con quién hablar, defenderme en los momento difíciles, cuando no jugaba, cuando no me iba bien”, expresa el goleador que hoy en día lucha en Envigado por un puesto en la nómina titular y quien se define como un hombre fortalecido, porque logró éxitos en lo personal y lo deportivo que ahora ponen en práctica.

A Venezuela llegó cuando tenía 18 años y vive agradecido por las oportunidades que recibió allí . De Corea del Sur habla de “una cultura muy linda”, de los Emiratos de “paisajes hermosos”, de Bulgaria de su gran momento como goleador, de Portugal de la rápida adaptación que alcanzó, en tanto que de China recuerda lo difícil que fueron la comida y las comunicaciones.

Con las enseñanzas que su mamá le dio aprendió a cocinar y llegaba lleno a la concentraciones, pues nunca se adaptó a la gastronomía china. Confiesa que muchas veces pensó en regresar, pero los consejos de su papá y del empresario León Darío Muñoz lo mantuvieron firme.

Hoy en día les agradece porque logró una estabilidad económica y después de eso estar de nuevo en Colombia, al lado de sus padres (María Gil y Graciliano Jordan), de sus demás familiares y amigos, y en especial de su pequeña hija Dulce María, a quien llama “la luz de mis ojos”.

Sentirse cerca de ellos lo llena de motivación para seguir luchando por un lugar en el fútbol colombiano. La tarea no es fácil para él, pues en el conjunto naranja hay otros atacantes de buen nivel, entre ellos Jorge Aguirre y Michael Nike Gómez y, pero como asegura con convicción, ya ha enfrentado grandes retos, en solitario, y en este cuenta con el plus de tener cerca a su familia para nunca bajar los brazos.

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