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El fútbol evoluciona a pasos tan grandes que el jugador técnico y talentoso le está dando paso al de fuerza y velocidad (más atleta).
Y así como han cambiado las reglas, los torneos y la inversión económica, factores que hacen parte de este deporte, también se modifican las características de los jugadores.
El fútbol se volvió más exigente, señala Óscar Pareja, uno de los llamados virtuosos y quien fue ídolo y referente del Medellín en la década de los ochenta y hoy entrenador del Dallas F.C. de la MLS (Mayor League Soccer). Prevalece el jugador que cumpla diferentes funciones, no solo las de ser el hombre orquesta (el que distribuye el juego y brinda espectáculo para la tribuna) que, de a poco, va desapareciendo.
Los técnicos de hoy buscan aprovechar más el estado físico (velocidad, masa muscular y resistencia) que el talento en sus jugadores.
“Se eligen más los que mejor físico tengan y sean más rápidos, porque la competencia es así, física”, explica Pareja y agrega que “a esos atléticos no los supera sino el jugador bien talentoso, uno excepcional. Solo el jugador virtuoso supera estos dos recursos físicos. Lionel Messi, el argentino del Barcelona F.C., es un ejemplo”.
Para Hugo Castaño, técnico antioqueño, quien dirigió a Medellín y Envigado, existen ciertas variantes que obligan a los elencos a contar con jugadores que, en la cancha, cumplan labores de ataque y defensa (aquellos que se denominan de ida y vuelta) en detrimento del jugador con talento.
La gran diferencia del fútbol de hoy está en lo físico, expresa Hernán Darío Gómez, extécnico de Selección Colombia y hoy dirigiendo a Panamá que estará en el Mundial. “Los jugadores de hoy deben tener más entrega en una preparación más exigente”.
Esos son los futbolistas más apetecidos, tanto por técnicos formados en escuelas en las que predomina la filosofía de los sistemas tácticos (estrategias que se implementan para “parar” un equipo en el campo de juego) como por los empresarios de los equipos europeos.
El fútbol de hoy ha obligado a la mayoría de técnicos que dirigen en el país ha sacrificar jugadores habilidosos en pos de los resultados. Dos de los ejemplos más recientes y claros fueron el DIM de Juan José Peláez y el Once Caldas de Francisco Pacho Maturana, técnicos que siempre han predicado que los jugadores se deben divertir cuando están en la cancha.
Ambos practican el fútbol de posesión, bien jugado y en el que los habilidosos lideren sus equipos. No obstante, el afán de resultados no permite tiempo para interiorizar esas ideas. La mayoría de entrenadores en Colombia se han definido, primero por lo táctico y después por el talento.
Los pocos que se resisten a eso, han pagado las consecuencias como le sucedió a Alexis Mendoza en el duelo ante el Palmeiras de Brasil este jueves por Copa Libertadores. Mendoza también es de esos técnicos que pretende darle rienda suelta a los virtuosos antes que, el orden táctico, arriesgando a marcadores en contra (0-3).
“Los talentosos, casos Alejandro Brand, Carlos Valderrama, Luis Fernando Mosquera, Máyer Candelo, Néider Morantes y Giovanni Hernández, entre otros, ya se ven poco. Ahora los representantes de jugadores quieren que éstos cumplan más funciones de correr y marcar”, señala Castaño.
La mayoría de estrategas en Colombia optaron por pedirle a sus dirigidos mayor sacrificio y que su equipo tenga primero orden táctico. Es el caso de Ismael Rescalvo, con el Medellín, que, por ejemplo, ubica a Andrés Ricaurte, un creativo, en la primera línea de volantes y le exige que arme la “figura” (esquema táctico defensivo) cuando no se tenga el balón.
Igual sucede con el técnico de Atlético Nacional, Jorge Almirón, quien le pide a Macnelly Torres, que en los partidos de visitante juegue retrasado y colaborando en funciones de marca.
La tendencia se repite en el resto de los equipos, y no existe un solo entrenador que no le exija sacrificio a sus jugadores de talento, como sucedía antes, y quienes lo hacen, pagan las consecuencias con resultados adversos.
Analistas consultados coinciden en que los entrenadores de hoy hablan más de futbolistas de área a área, es decir de los que van de defensa a ataque y viceversa. El volante 10, como se conoce al elegante en el manejo del balón, el que tiene buena tenencia, hace pases gol y se desgasta poco físicamente, no es el más solicitado en Europa.
Por eso, Juan Fernando Quintero, uno de esos casos de virtuosos con el balón, no pegó en el fútbol europeo. Allí jugó para el Porto de Portugal dos años y luego no tuvo mercado en otra liga de ese continente.
Según Peláez, la pretensión es contar con elementos que físicamente estén muy bien preparados, gusta más el “correlón que el pensador y talentoso”.
En definitiva, las necesidades del fútbol moderno obligan a que los jugadores creativos se amolden a unas condiciones distintas. Y así, de a poco, como dice Peláez, se va transformando y extinguiendo como sucede en la liga colombiana.