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Diana Ríos está de rodillas en la arena. Tiene los puños apretados y un gesto de alegría en la cara. Celebra la clasificación a su segundo Mundial de voleiplaya, que será en Roma entre este viernes y el 19 de junio.
Está en la Selección Colombia de ese deporte desde 2014, cuando participó en su primer campeonato nacional. Su nivel llamó la atención: “los ojos de los entrenadores estuvieron encima de mí. Me dijeron que tenía proyección y un buen biotipo. Me llamaron”, relató.
Para llegar a este momento tuvo que recorrer un largo camino...
Una niña inquieta
“Mi papá (Alirio Ríos) toda la vida nos motivó a hacer deporte. Yo era muy hiperactiva y me gustaba hacer de todo”. Y aunque el padre no contaba con recursos, buscó la solución. Habló en Comfama para que dejaran entrenar a sus hijos (tuvo nueve) sin que le cobraran. Lo logró.
Diana jugó tenis de mesa hasta los 11 años. Luego comenzó en el voleibol de piso. Sus 1,74 metros de estatura le permitieron destacarse en esa especialidad e ingresó becada como deportista a la Universidad de Medellín, donde se graduó en Administración de Empresas.
Pero un día se aburrió del voleibol de piso por las pocas competencias que había a nivel nacional: “Se jugaba un torneo al año. Yo entrenaba muchas horas. Cuando comenzó el campeonato fui banca. Me cansé y decidí no seguir practicando esa modalidad”. En ese momento exploró otra alternativa.
Voleiplaya, ¿un hobby?
Comenzó a jugar para distraerse. “Mi objetivo era más recreativo que competitivo cuando inicié”. Ella cambió los tenis por jugar con los pies descalzos sobre la arena.
El voleiplaya se juega en parejas. Es deporte olímpico desde Atlanta 1996. En Colombia se practica desde hace varios años y Diana es una de sus referentes. Con su dupla han participado en varios torneos internacionales.
“La primera salida internacional lo marca a uno. Fue una Continental Cup en Uruguay, que daba cupo a los Olímpicos. Fuimos con las hermanas Galindo, las mejores del país. Logramos clasificar a la fase final”. Aunque no consiguieron el cupo olímpico, sí empezaron a ser protagonistas en Suramérica.
Luego quedaron terceras en el campeonato de Rosario, Argentina. En 2017 ganaron medalla de plata en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta. Después repitieron segundo lugar en los Centroamericanos de Barranquilla en 2018.
En 2019 clasificaron al Mundial que se hizo en Hamburgo. Fue la primera vez que Colombia clasificó de manera directa. Se enfrentaron a las mejores duplas del planeta.
El aprendizaje fue grande. Tras regresar, participaron en los Panamericanos de Lima y quedaron quintas. Vino la pandemia y las competencias se cancelaron. Todo cambió. Los entrenamientos fueron virtuales.
Aunque ha sido difícil subir el nivel, porque la Federación Colombiana de Voleibol solo organiza tres competencias anuales y no hay apoyo económico suficiente para competir en el exterior, la antioqueña espera hacer una buena presentación en Roma.
“Me siento muy contenta por representar al país. Espero dejar en alto la bandera y estar entre las 24 mejores duplas junto a mi compañera Margarita Guzmán, bogotana que juega en Santander. Esto es un proceso y se necesita tiempo para llegar al nivel de las mejores del mundo”, concluyó.
Ella seguirá trabajando para demostrar que este deporte no es un hobby. También espera regalarle más sonrisas al país.
Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.