Haberse partido el cuello una vez, luxarse el hombro, y sufrir fracturas de pie en varias ocasiones de su carrera deportiva, no influyeron en la portuguesa Ana Costa a la hora de lanzarse, el fin de semana, desde la piedra de El Peñol.
Volar le fascina, tanto que se define como “la mujer pájara” de la familia y cuando le contaron que había la posibilidad de tirarse en su paracaídas desde un monolito de 220 metros de altura, luego de subir 740 escaleras, de inmediato tomó el avión que la trajo a Antioquia desde Madrid, España.
Ser la única dama entre los ocho amantes del vértigo que asombraron a propios y turistas con sus acrobacias, fue otro reto para esta gestora de proyectos bancarios que dejó su profesión para “gozar montando en paracaídas, porque en el aire se sienten experiencias únicas que no tienen distingo de sexo y que generan felicidad en cada aventura”.
El paisaje del Oriente antioqueño, los 2.135 metros de altura del punto en el que desafió la inmensidad y las felicitaciones de los amantes de la adrenalina que presenciaron el evento en medio del asombro, fueron otros motivos para que Ana figurara en la válida mundial del salto B.A.S.E.
¿Por qué le fascinan tanto las alturas?
“Porque son fáciles de manejar, ya que uno se lanza al vacío con dos segundos para apretar el pilotillo que te abra el paracaídas y después solo toca mantener una posición corporal zeta para manejar el implemento, los movimientos del cuerpo y escoger el punto ideal para aterrizar”.
Partiendo de esa claridad que tiene para programar sus emocionantes vuelos, Ana Costa demostró, entre sábado y domingo, que “volar es más sencillo que manejar un auto, solo que todo se hace en el aire y en muy poco tiempo”.
Haberse preparado en picos similares en España, Italia y Suiza le sirvió a esta profesora del paracaidismo en Madrid para programar mejor uno de los vuelos “más increíbles de su carrera, que comenzó en 2008 y no tiene fecha de vencimiento, más cuando me lancé de una piedra única y preciosa, porque me generó sensaciones agradables”.
Apenas aterrizó y recibió las múltiples felicitaciones por sus dos días de aventuras en el Oriente paisa, Ana continuó en su misión de masificar el salto B.A.S.E, recomendándoselo a las mujeres: “es un deporte brutal, seguro y favorable que te divierte con los paisajes; soy una convencida de que las chicas, si se lo proponen, lo pueden practicar y hasta más bien que los hombres”.