Por Jheyner A. Durango Hurtado
Cuando Luis Eduardo Rojas abrió los ojos y se dio cuenta que gran parte de sus músculos habían quedado dormidos, jamás se imaginó que su vida iba a dar un giro de 180 grados.
Del pecho hasta los pies, el antioqueño, que integró la primera Selección Colombia de polo acuático campeona centroamericana (Venezuela 1989), estaba totalmente paralizado.
En ese instante no sintió desespero, pues pensaba que el alcance del golpe recibido no era grave y tendría pronto una solución.
En Johnny Cay, un islote cercano a San Andrés, Rojas, quien de joven hizo parte a la vez de una preselección Antioquia de baloncesto y fue campeón departamental de artes marciales, sufrió una elongación medular en las vértebras C4 y C5.
En el recorrido para tirarse un clavado, Luis Eduardo se resbaló, se dobló un tobillo y cayó de cabeza. Tras el impacto, contra la arena y piedras, también estuvo comprometida la columna, quedando cuadripléjico.
Con el pasar de los días, ante las respuestas de los médicos que le decían que jamás iba a volver a caminar, Rojas empezó a sentir impotencia y dice que es complicado recordar esos momentos de angustia, de dolor.
“Creí que cuando la médula se me desinflamara iba a valerme de nuevo por mí mismo, pero no fue así. Verme de la noche a la mañana en esas condiciones, sin poder moverme, sabiendo que alguien te tiene que ayudar en todo, hasta para cambiarte de ropa, resultaba bastante complejo. Se le pasan a uno mil cosas por la cabeza, una, aunque es dura decirla, el creer que ya no justificaba seguir viviendo así, que todo lo que era y me rodeaba no tenía sentido”.
Así confiesa el deportista, al señalar que gracias a su disciplina, esperanza, apoyo de sus seres queridos, entre ellos su hermano Jorge, quien lo acompaña a todos lados, y sobre todo la fe, logró salir adelante tras ese accidente de hace 25 años.
“Estoy aprovechando la nueva oportunidad que Dios me dio, retándome, siendo ejemplo de superación para muchos y buscando hacer más historia”. Y vaya que ha escrito páginas de gloria en la natación paralímpica.
Con metas altas
Actualmente, ostenta cuatro récords continentales y es el cuarto mejor en el mundo en su categoría, la S1, diseñada para nadadores que tienen severos problemas de coordinación en los cuatro miembros o no tienen usos de sus piernas, tronco, manos o uso mínimo de sus hombros.
Ahora, el deportista se prepara para viajar a Lewisville, Texas (Estados Unidos), donde competirá desde la próxima semana en una Copa Mundo de natación, la última clasificatoria a los Juegos Paralímpicos de Tokio.