El 6 de diciembre de 2008 fue la última pelea de Óscar de la Hoya en un ring. Lo hizo contra uno de los íconos actuales del boxeo mundial, el filipino Emmanuel Dapidran Pacquiao. Los jueces lo daban perdedor por paliza, pues no había ganado ni un asalto. La superioridad de Pac-Man fue tanta que, tras el tañido de la campana, decidió no salir para el noveno round del pleito cumplido en el MGM Grand Arena Garden de Las Vegas.
De la Hoya pondría así final a una pródiga carrera que había empezado en 1992 y que lo llevó a disputar 45 peleas profesionales (39 victorias con 30 nocauts y 6 derrotas) y a coronarse 10 veces campeón mundial en seis categorías (superpluma -130 libras-, ligero -135-, superligero -140-, wélter -148-, superwélter -154-, y mediano -160-) y en cuatro organizaciones distintas.
Lo hizo entre 1994 cuando logró la corona superpluma de la Organización Mundial de Boxeo -WBO- venciendo al danés Jimmy Bredahl y 2007 cuando perdió la faja superwélter del Consejo Mundial con su compatriota Floyd Mayweather.
Pues este grande del pugilismo mundial, medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992, actuación que le valió para ser llamado Golden Boy (Niño de Oro), quien derrotó a estelares como Julio César Chávez, Pernell Whitaker, Héctor Macho Camacho y John John Molina, entre otros, será la principal figura que traerá a Medellín la Asociación Mundial de Boxeo -AMB- que tendrá su convención bianual en octubre venidero en el hotel Dann.
“De la Hoya -hoy empresario de Golden Boy Promotions, dedicada a la promoción de combates de boxeadores latinos- puso, como única condición para venir a Medellín, tener la posibilidad de dictar un conversatorio que le permita contar su experiencia de vida en una institución universitaria y realizar unas clínicas para personas de bajos recursos económicos en una de las comunas de la ciudad”, señala Francisco Piña, dirigente colombiano miembro de la AMB.
¿Por qué tales condiciones? Porque para llegar a ser alguien en la vida, De la Hoya tuvo que pasar por una niñez llena de necesidades, vivió en la extrema pobreza, al lado de sus padres Cecilia y Joel, quienes para brindarles una mejor vida a sus hijos pasaron la frontera de México a Estados Unidos y comenzaron una vida que fue premiada luego con los logros del boxeador. El excampeón también pasó por la droga y el alcohol, por centros de rehabilitación y de terapias para salir del bajo mundo antes de convertirse en ídolo de multitudes y uno de los más grandes de la historia.
Con 44 años de edad, el Golden Boy no se cansa de contar su experiencia. “Ser un ejemplo para las nuevas generaciones implica contarles cómo pude salir adelante, así como la mayoría de los boxeadores, surgiendo desde abajo”, dice De La Hoya en el portal de la AMB, entidad que avaló, en su momento, cinco de sus combates titulares. En Medellín estará contando su vida como un aporte para los menos favorecidos.
