Un luchador de la vida. Así se puede definir a Oter Castaño, peleador antioqueño que se retiró anoche de los octágonos de las artes marciales mixtas.
Desde que nació tuvo que luchar, primero porque fue sietemesino y los médicos no le daban muchas posibilidades de vida, tras algunas complicaciones de salud. Sin embargo, se aferró a la existencia y sobrevivió. “Hasta los 8 o 9 años seguí con muchas dificultades de salud, pero en contra de los pronósticos médicos siempre, gracias al deporte, pude salir adelante”, cuenta.
Recuerda que, además, creció en San Antonio de Prado, un corregimiento que tuvo algunos inconvenientes de violencia, pero a los que también les hizo el quite.
“Empecé en el boxeo e hice judo, hasta que hace como 11 años me decidí por el jiu-jitsu. Fui campeón nacional en varias categorías en 2017 y actualmente compito a nivel internacional”, revela el hombre de 36 años, que hoy quiere brindarle oportunidades a los niños y jóvenes de Envigado, en donde abrió una academia.
Y es que se sensibilizó aún más con el nacimiento de su hijo Kanner, que tiene 7 años, y del que lleva su nombre tatuado a lo largo de su pecho.
Oter se despedía anoche de las peleas de artes marciales mixtas en un combate ante el caleño José Cortés, al cual ya había enfrentado en el 2014, pero en esa ocasión perdió. Más allá del resultado, Castaño se dedicará a sus “niños”, como llama a sus alumnos, y seguirá representando al país en jiu-jitsu, pero las jaulas quedaron atrás para este otro campeón de la vida.