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Perder en dos ocasiones al compañero de los saltos, quedarse sin la ayuda económica de los entes deportivos y sufrir lesiones de espalda, hombro, muñeca y pie, hicieron tambalear a Víctor Hugo Ortega, quien llegó a pensar en retirarse de los clavados.
La fe en Dios y la convicción de que aún tiene mucho para dar y lograr, hicieron que no tirará la toalla, pues su meta es clasificar a sus cuartos Juegos Olímpicos. “Siempre me ha gustado retarme, ir en busca de dejar historia, batir récords, ser diferente”, dice el saltador que, con 32 años, no se rinde.
En una conversación con Orlando Duque, campeón en saltos de altura, este le mostró otra opción: pasar de los 10 metros de la plataforma, a los 27 que tiene la Serie Mundial. Este año el evento fue cancelado, pero en 2021 se reactivará y Ortega se podría unir a María Paula Quintero y Miguel García, los colombianos que hacen parte del listado actual de competidores.
Durante el aislamiento por la pandemia del coronavirus, la palabra reinventar se puso de moda, pero esto es algo que Víctor Hugo ha hecho en los últimos 4 años, en un ciclo olímpico que se torno difícil y solitario. Tras su actuación en Río-2016, donde quedó 20 en la plataforma, sin llegar a las finales, todo se derrumbó en su entorno.
A la frustración de no poder cumplir la meta, se sumó la renuncia de sus compañeros Juan Guillermo Ríos y Carolina Murillo, la salida de su entrenador Óscar Urrea, quien ahora trabaja con la Federación de Brasil, y la decisión de la administración de Rionegro, de quitarle el título de “hijo adoptivo” y por ende la ayuda económica que había tenido durante 12 años.
Ese panorama lo llevó a emprender un viaje a EE. UU. y cuando más lejos estuvo de todo, sintió la necesidad de regresar, luchar y seguir en busca de sus metas. A pesar de las ofertas de irse a trabajar a los cruceros, donde les pagan bien, Ortega aprendió que son más los privilegios que ha tenido y por eso eligió el que considera un camino difícil: insistir en los clavados.
“Sé que no es fácil, pero soy un hombre de fe y creo que Dios me tiene para cosas grandes”.
Ortega, además, se ha convertido en uno de los líderes de la campaña que busca darles la mano a los deportistas paisas de alto rendimiento que cuentan con ayudas económicas y la están pasando mal. EL COLOMBIANO habló con el deportista que sigue con la preparación en busca de nuevos desafíos.
El aplazamiento de los Olímpicos y la pandemia pueden jugar una mala pasada a los atletas que están cerrando ciclo, ¿usted cómo lo ve?
“En mi caso me favoreció, es un regalito de Dios, respetando mucho a quienes la están pasando mal en esta época. Para mí son 365 días más en un ciclo que no ha sido el mejor por muchas cosas, pero en el que puedo empezar de cero, ilusionarme con lograr la clasificación a mis cuartos Juegos”.
¿Físicamente, cómo se siente?
“Bien, me he cuidado bastante, por eso a mis 32 años sigo en el alto rendimiento, porque llevo más de una década entrenando fuerte en la piscina y con un cuidado muy especial fuera de ella: en casa con una buena alimentación, no tomo, no fumo, me acuesto temprano, sacrifico muchas actividades sociales porque mi prioridad es el deporte”.
¿Tener en Antioquia a los mejores le ha ayudado?
“La excelente calidad de los clavadistas que tiene Antioquia ha hecho que me entrene más fuerte, me exija más para alcanzar mis objetivos. Son una motivación para no bajar la guardia”.
¿Por el tema de su edad, Tokio sería el adiós ideal?
“Bueno, yo estoy en el límite, por edad, de seguir en los saltos de plataforma. Y buscando opciones aparece la de sumarle más altura a esta pasión, por eso hablé con Orlando Duque, con quien compartí en Cali a principios de año y me animó mucho para hacer este cambio”.
Duque es referente en Colombia y el mundo, ¿cómo ve esa opción?, ¿qué le aconsejó?
“Me dijo que la nueva figura de los saltos de altura es Constantin Popovici (actual número 4 del ranquin mundial), a quien enfrenté en el pasado Campeonato Mundial en China. Allá quedó 45, y a mí me fue mal y terminé 27. Entonces Orlando me dice que considera que, fácilmente, puedo hacer el cambio de modalidad trabajando en el último aspecto del clavado, porque ya no lo voy a hacer en una piscina con el agua quieta sino con agua en movimiento, con vientos, en olas y esos cambios requieren otro tipo de preparación”