Mucho se habla, denuncia y escribe acerca de la Mujer con énfasis en el acoso sexual y la presión por parte de quienes han ejercido posiciones de autoridad en sus vidas. El movimiento “me too” o “yo también” no puede ser desconocido, pero no representa todo lo que significa la Mujer. A veces pareciera que la extraordinaria evolución de la influencia de la Mujer en la mayoría de las áreas del conocimiento, la política, la cultura y los negocios, entre otros, se viese opacada por esta sola dimensión de su existencia.
La edición de “EL COLOMBIANO” de hoy está dedicada a la Mujer y su extraordinaria evolución. La entrevista con Indra Nooyi, Presidenta ejecutiva de Pepsico, nacida en India, personifica el enorme potencial que tienen todas las Mujeres, surgiendo en medio de las grandes dificultades de un país emergente y hoy convertida en un símbolo inspirador para líderes de todo el mundo. O Silvia Tcherassi, quien representa la creatividad, el positivismo, la evolución de la moda colombiana con el diseño, la creación de valor agregado.
Cómo no destacar la Mujer colombiana en la cultura, como lo hace Halim Badawi. Deja claro que la discriminación persiste, que no es un problema marginal y que se da tanto en hombres como mujeres. Y exalta el derecho de las Mujeres a narrarse a sí mismas, a construir un camino propio en medio de una sociedad masculina.
Encontramos ejemplos transformadores en Mujeres colombianas que han roto paradigmas o vienen construyendo mundos, inimaginables antes. Como Débora Arango en la pintura, mostrando el cuerpo desgarrado de la Mujer por la vida, silenciada por la historia de los hombres. Bien secundada por grandes artistas como Beatriz González o Ana María Hoyos.
¡El mundo cambia! Para bien, por fortuna, aunque aún falta mucho. Hay colombianas desconocidas haciendo patria y aún anónimas para nosotros. Y no hablemos de Shakira o Ángela Patricia Janiot, cuyos logros ya conocemos. Pero qué tal Susana Bruges, desarrollando arquitectónicamente a París a gran escala, o Carolina Osorio, trabajando en la movilidad urbana en Nueva York, que nos dice “las mujeres no reconocen sus propios méritos o logros y creen que están engañando con su liderazgo. Estamos subestimando nuestro potencial, pues no hay retos inalcanzables”. O Adriana Campo, involucrada en la Misión Júpiter de la Nasa, y Diana Trujillo, en la Misión Curiosity a Marte, el Planeta Rojo, planeando las rutas del robot Rover, sin que acá siquiera lo sospecháramos. O Diana González, Juez en Miami-Dale, luchadora contra del abuso infantil con su consigna “ni uno más”.
Y en nuestro país el liderazgo de la Mujer brota sin límites. Como Goyo desde el Pacífico cantando al mundo, o Lina Hinestroza, con su Modo Rosa llamando a la Mujer a prevenir el cáncer de seno. Luz María Correa, liderando la infraestructura siglo XXI para Colombia y Ana María Ibáñez, contribuyendo con la ONU en la solución de los grandes desafíos de derechos humanos que sufren las Mujeres en los conflictos armados en el mundo entero.
Termino por dar luz a tres historias inspiradoras: Ginna Jiménez, boyacense, campesina, que siendo menor de edad fundó el “Facebook” del Agro, plataforma para 9 mil campesinos que venden sus productos a un precio justo de sustentación. O las Vendedoras por Catálogo, 1,3 millones de mujeres de clase media en Colombia, empoderadas, orgullosas, creativas, dueñas de su destino. Algo que revoluciona este país, silenciosa y positivamente. Y finalmente la historia de las “Guerreras del Centro” de Medellín. Algo que impacta. Mujeres luchando contra la exclusión, la explotación sexual y el hambre. En medio de todo, con un propósito de vida y con una manifestación abierta de su realidad.
No puedo dejar de mencionar a la Mujer que ha optado por ser madre, esposa y garante de la solidez de su familia y de su hogar. Qué tan importante reconocer ese papel fundamental en el desarrollo armónico de nuestra sociedad. Un rol silencioso pero definitivo al momento de educar y garantizar la vigencia de los valores humanos.
Al final ¿cuál es el mensaje? La Mujer tiene que tener una igualdad absoluta en su tratamiento. Mismo ingreso, misma protección, mismas oportunidades. Estamos progresando aún contra una discriminación que persiste y que no hemos logrado eliminar. Su sensibilidad, honestidad, lealtad y persistencia, entre otras virtudes, la convierten en un factor de desarrollo sostenible de esta sociedad. Pensemos en lo negativo y las violaciones de derechos para evitarlos, sancionarlos y eliminarlos, pero más allá, en la Mujer que lucha por una sociedad más justa, más sensible, más cercana y más centrada en el ser humano.