En el siglo pasado fueron los grandes diseñadores, la llegada de las supermodelos y la minifalda, las plataformas y el bikini, algunos de los hitos que generaron un cambio global en la industria del vestuario, porque como dice el libro, Moda, el siglo de los diseñadores de Charlotte Seeling, la moda es “como un río que discurre paralelo a la historia del mundo a través de la sociedad”.
Ese constante movimiento ha continuado en este siglo con giros y grandes hechos. El consultor de moda Julián Posada considera que todo cambió, “la industria y el negocio son otros, la venta se hace desde la omnicanalidad (experiencia con el cliente por múltiples canales). Vendes por Instagram, Whastapp, Facebook o en la tienda real. La experiencia es otra. El mundo es otro”.
El docente de la facultad de Diseño de Vestuario de la UPB, William Cruz Bermeo, lo describe como una transformación permeada por el usuario y la tecnología. “La gente empezó a creer menos en los diseñadores. Estilos personales, gustos individuales y de colectivos pequeños se manifestaron como fuerzas motoras de la moda, que se evidenciaron de la mano de la tecnología. Esta permitió que la llamada ‘democratización’ fuera un hecho más concreto, es decir, que los consumidores tuvieran una voz más partícipe y activa y eso ha eclipsado lo que los diseñadores otrora intentaban imponer por dictadura”.