Stella Restrepo lleva 39 años manejando su Súper Escarabajo Volkswagen, verde policromado, modelo 73. Y aunque hoy no sale a la calle tanto como antes, cuando trabajaba recorriendo los municipios de Antioquia como vendedora, sí tiene muy claro que para que se mantenga en buen estado necesita cuidarlo. Quieto o en constante actividad, tiene que consentirlo.
Su carro era originalmente rojo, le cambió el color, también le hizo un ajuste al motor que pasó de 1.200 Cc a uno de cuatro cilindros, de 1.600 Cc. Este le entrega un máximo de 5.500 revoluciones por minuto. Además, tiene caja de cambios manual y un sistema de suspensión delantera.
Eso ella lo sabe aunque no es mecánica. Entiende cómo funciona su carro, identifica su sonido característico –ese traqueteo que recuerda al de una locomotora– y sabe sus particularidades.
“Cuando salía mucho en mi carrito, por mi trabajo, lo llevaba cada cuatro meses al mecánico y cada que salía a un viaje largo lo hacía chequear antes. También cuando llegaba de mis recorridos lo mandaba a lavar y si algo le iba a fallar, era fijo que el carro me avisaba. Así es ahora aunque no lo saque mucho. No es sino sentirle algo raro, para llevarlo de una al mecánico. Yo le conozco las mañas”, dice.
Para el mecánico Martín Chavarría, con más de 40 años de experiencia en el gremio, quienes consienten a su carro son los que menos problemas técnicos tienen, “y los que pasan la revisión anual y obligatoria sin inconvenientes”.
Los 56 años de trabajo que ha tenido Hernán Ocampo como mecánico le han enseñado a querer a los carros con más años rodando.
Los considera muy finos a pesar de que tengan sistemas muy distintos a los vehículos de hoy en día. Para él la clave de mantener un auto viejo está en esa revisión constante. “Como mínimo, cada 6 meses hay que chequear frenos, suspensión, dirección y todo lo que el sistema del rodaje del carro necesite”.
Chavarría cree que lo esencial es el cambio de aceite cada 7 mil kilómetros, por lo menos, y revisar el motor una vez al año, “cada 15 o 20 mil kilómetros mirar el estado de frenos, suspensión y luces. Eso es muy sencillo, no quita tiempo y se hace de manera preventiva para que no pase nada grave después”.
Si es de las personas que la memoria le falla, lleve una agenda, sea digital o física, para anotar las fechas en que su carro necesita una revisión.
La idea es que genere también alertas para los cambios que debe realizar a futuro, los frenos no le van a durar toda la vida, por ejemplo.
Adriana Ortiz siempre ha comprado carros usados. Su primer vehículo fue un Renault 9 modelo 89, luego consiguió un Chevrolet Sprint modelo 97, después cambió a un Corsa 2005 y ahora maneja una camioneta Kia de 2012.
Ha cambiado sus autos por gusto y no por fallas, ya que su regla es que cada seis meses le hace “un regalo” a su carro. “Yo lo llevo al mecánico para una revisión general y él me dice que si el sistema eléctrico necesita un ajuste, también mira el motor, o si hay que cambiar llantas, frenos, revisar suspensión y amortiguadores. Me gustaría ser más juiciosa y llevar una lista precisa pero más o menos acudo a mi memoria y tengo claro que le cambié en la pasada revisión”.