Motivar el ahorro y llevar un registro de sus gastos son
claves, sugieren expertos.
Cuando éramos niños, en la sucursal doméstica abrimos nuestra primera cuenta bancaria: un marrano de plástico o barro, con una hendidura hacia la parte superior para depositar monedas.
En un cuaderno de 50 hojas se registraban las operaciones financieras, mientras que el cajero automático se activaba solo cuando llegaba el momento de romper el “cochinito”.
De esa manera, en la casa y bajo la tutoría de los padres aún comienza la primera aproximación de los hijos a la educación financiera. Pero no es suficiente.
Un primer paso para que los niños comprendan el valor de la plata se da cuando los adultos les entregan una cantidad fija semanal, quincenal o mensual (ver gráfico).
“Con esto, aprenderán que antes de la fecha pactada no recibirán más...
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