Un corazón la sorprendió en el centro de Medellín mientras caminaba por La Playa, y allí, en plena calzada, se sentó a tejer su hallazgo mientras una mujer leía con voz dulcemente impostada composiciones sobre el amor.
Con los poemas de fondo Ullined Jiménez unía los bordes de un corazón azul y con cada puntada aprendía que el suyo no se lo podía entregar a cualquiera, que tiene que cuidarlo. Que lo aprendiera bien era la intención de la fundación Taller de letras, que llevó literatura de amor y erotismo a la jornada Un centro 24 horas para el disfrute ciudadano , la actividad cultural del corazón de la ciudad que inició el sábado a las 4:00 de la tarde y terminó ayer a la misma hora.
Al mismo tiempo que Ullined unía las hojas del corazón, el ingeniero forestal Juan Carlos Arcila mostraba a transeúntes del lugar la foto en la que él sospechaba se retrataba el árbol que inspiró a Epifanio Mejía para escribir el poema La Ceiba de Junín.
Invitado por Comfenalco para dirigir en las jornadas un recorrido por la historia de los árboles de La Playa, el ingeniero Arcila explicaba que los ejemplares sembrados evidenciaban de las modas paisajísticas que ha tenido Medellín, pero eran también testigos centenarios porque algunos pueden tener hasta 120 años.
Están allí mucho antes de que la quebrada Santa Elena fuera "silenciada" por el asfalto que ahora la cubre, tal cómo lo expresó el historiador Jorge William Torres Zapata, cuando orientaba una exposición de fotografías instalada en plena calle frente a la Casa Barrientos.
Pensar si vale la pena que el progreso urbanístico arrase con la historia arquitectónica de la ciudad. Esa era la invitación que hacía William a los que se acercaban a mirar las imágenes que retrataban joyas urbanas que fueron derribadas para construir edificios.
Sus palabras "sacudieron" a Elizabeth Flórez Correa, estudiante dominical del Censa que aprovechó el descansó entre clases para visitar con sus compañeros Ferney Sosa Gaviria y Eduardo Cartagena los estands ubicados en la avenida La Playa, desde la avenida Oriental hasta el Parque Bicentenario.
Para Eduardo, acostumbrado a recorrer esas calles en la moto con la que hace mensajería, ser peatón en plena calle resultó ser una nueva experiencia. Esa era la idea de las 24 horas de actividad, que los ciudadanos encontraran espacios para la apropiación del sitio.
Claro que algunos de los visitantes ya tienen experiencia como dueños del centro. Es el caso de Matilde Vélez, una habitante del barrio Boston que saca tiempo los fines de semana para recorrerlo. Ayer lo hizo con su sobrina Mariana Vélez que se topó con juegos callejeros y de mesa, "pintacaritas", teatro, mimos, inflables y un menú que llenó la zona de diversión.
Matilde y Mariana podrían encontrarse, como Ullined, con el amor, porque en el recorrido estaba la carpa del Centro de Bienestar Animal La Perla. Antes del mediodía a dos transeúntes ya los había flechado Cupido por lo que regresaron a la casa estrenando nuevo mejor amigo.
Y es que en el centro el amor puede pasar.
Pico y Placa Medellín
viernes
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