En una esquina del parque principal de Amagá, el restaurante Antojitos es una de las múltiples opciones disponibles para degustar un plato típico. Dentro de este lugar, es casi imposible que los comensales no noten dos grandes cuadros; cada uno muestra un archivo fotográfico de las dos grandes tragedias mineras que había sufrido el municipio, hasta el pasado 30 de octubre.
Amagá, suroeste antioqueño, ubicado a 36 kilómetros de Medellín, fue uno de los municipios que más le aportó al desarrollo de nuestro departamento en el siglo XX.
El carbón extraído de las entrañas del área rural de esta tierra, fue la energía del Ferrocarril de Antioquia, de la industria textil y de las cementeras. Este mineral generó una "fiebre de oro negro" que dio pie a la explotación descontrolada y terminó por matar al paciente: sus mineros.
La cuenca carbonífera del suroeste antioqueño, mejor conocida como la Cuenca del Sinifaná, es la principal zona productora de carbón del departamento. Está ubicada en jurisdicción de los municipios de Amagá, Angelópolis, Fredonia, Titiribí y Venecia. De las cinco poblaciones, Amagá siempre se ha destacado por ser el mayor productor.
El gran proveedor
Según los reportes de la Secretaria de Minas de la Gobernación de Antioquia, en Amagá hay 94 minas de carbón: 46 están activas y el resto, inactivas. De las minas activas, siete tienen título minero, tres más están en trámite y las 36 restantes no lo tienen.
Anualmente, esta población de 33 mil habitantes produce en promedio 147 mil toneladas de carbón, un 94,7 por ciento de la producción total del departamento. La explotación minera genera 1.508 empleos directos en el municipio.
La gente en Amagá es consciente de los peligros a los que están sometidos sus familiares que se dedican a picar el subsuelo, por algo la bandera del municipio tiene un gran triángulo negro con una estrella roja en el centro; el triángulo simboliza las minas de carbón, la estrella roja representa la sangre que han derramado en la búsqueda del mineral.
La informalidad
La gran demanda de carbón de los últimos 80 años generó un crecimiento desmedido de la informalidad. Es una práctica muy común en la región y la explotación se realiza a pequeña y mediana escala. Familias de escasos recursos, algunas en condiciones laborales deficientes, con poca cobertura en servicios de salud, escasa capacitación y asesoría técnica, son las que sacan el carbón.
Esta práctica también ha generado otras problemáticas que aquejan a los amagaseños: asentamientos de familias en pésimas condiciones sanitarias, sin acceso a servicios públicos, de salud y educación, fraccionamientos o minifundios de la tierra, entre otros fenómenos.
El medio ambiente es quizá el que más sufre con la informalidad. La falta de controles y de técnicas sostenibles causan contaminación con los químicos usados o el mineral extraído, afectando los nacimientos y cuerpos de agua, la fauna y la flora. La deforestación es otro factor común de la minería informal.
Decenas de minas abiertas en Amagá, fueron instaladas sin ninguna técnica, estudios de suelo o controles de riesgo. Muchas de estas excavaciones ya están abandonadas, pero contienen en su interior trampas mortales para las minas aledañas y para quienes se internan a laborar.
Riesgos y prevención
Los mineros de la Cuenca del Sinifaná están expuestos a un alto riesgo de accidentalidad. En esta labor inhalan gases tóxicos, les caen derrumbes, hay manipulación de explosivos y de aparatos electromecánicos.
La mayoría de las minas, por no decir que todas, no dispone de estudios topográficos actualizados que les indiquen dónde están excavando, es decir trabajan a ciegas; por tal razón, no saben dónde podrían estar ubicadas las aguas subterráneas.
El profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional sede Medellín, ingeniero Jorge Martín Molina, después de un recorrido realizado con expertos a la cuenca del Sinifaná, aseguró que el mapeo de minas ayudaría a evitar emergencias como las que han sucedido en Amagá.
"Los mineros deberían tener mapas que incluyan las labores propias y las de las minas vecinas. Cuando se tiene una herramienta de este tipo, sabrán si existen esas bolsas de agua y qué tan cerca están de su propia explotación, lo que les permite ser prudentes y dejar un espacio entre las columnas de sostenimiento", explicó el docente.
El Silencio que grita peligro
Hasta 1997, la empresa Industrial Hullera S.A. explotó la mina El Silencio. Por malos manejos y coyunturas externas, esta empresa tuvo que ser liquidada y esta mina quedó abandonada, sin ningún tipo de reparación.
De acuerdo con la Gobernación de Antioquia, la mina El Silencio tiene en su interior más de 100.000 metros cúbicos de agua acumulada, lo que ha generado el colapso de gran parte de su interior. Varias socavones de minas informales, que emplean a unos 500 mineros, están en los alrededores de El Silencio, convirtiéndolas en bombas de tiempo de tragedias venideras.
Aunque ya se conoce el riesgo en potencia que genera esta mina, las autoridades todavía no declaran esta área como zona de alto riesgo.
Las autoridades ya descartaron que el accidente del 30 de octubre, en el socavón de la mina La Cancha, tiene relación con El Silencio, pero esta última sigue siendo una amenaza para el sector.
Tardará un cambio
"El minero que ya está metido en esto, no va a cambiar su actividad, por más que se le brinden otras opciones y oportunidades, sean agrícolas o pecuarias, es muy difícil que eso pase; sin embargo, estamos trabajando para que las nuevas generaciones, los hijos de los mineros, puedan cambiar en 15 o 20 años este oficio que tantas vidas ha cobrado en el municipio", argumentó Carlos Mario Usma, director ambiental y de minería de Amagá.
Por su parte, el Alcalde de Amagá, Juan Carlos Amaya, manifestó que tienen que convivir con estas tragedias desde hace muchos años e infortunadamente es posible que se vuelvan a presentar este tipo de sucesos, mientras ese siga siendo la actividad para ganarse el pan de cada día.
"Que más quisiera yo que ser alcalde de un municipio donde no se tuviera la actividad minera. Entre el 80 y 90 por ciento de la economía del pueblo depende de esta actividad; tenemos que comenzar a hacer un nuevo diseño, una nueva reinversión de nuestra economía", agregó el mandatario local
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