“La feria de las vanidades: Como vamos, vamos mal. Las vanidades están llevando a Colombia a un abismo de polarizaciones y odios. Mientras tanto, los enemigos internos y externos de la democracia se cruzan de brazos esperando a que los colombianos irresponsablemente les allanemos el camino del caos para poder triunfar. ¡No hay derecho! El pueblo merece una mejor dirigencia y una mejor suerte. Y los presidentes, incluidos Pastrana y Uribe, el debido respeto”.
(Editorial periódico El Colombiano, septiembre 15 de 2009).
Anteayer no más, hubo en Colombia un evento democrático denominado Consultas Internas, realizadas por los partidos Liberal y Polo Democrático, para escoger sus candidatos oficiales de cara a las elecciones presidenciales de mayo de 2010 en Colombia, consultas que en verdad fueron bastante tibias y no despertaron el fervor del pueblo colombiano, en virtud, talvez, a que enfocaron exclusivamente su estrategia publicitaria en ataques a la posible segunda reelección del actual mandatario.
Y en concordancia con los preocupantes resultados electorales obtenidos, tanto por el liberalismo como por el Polo, deben de realizar estos partidos políticos una profunda reflexión interna acerca de sus metodologías y estilos de cómo realizan la política hoy, ya que de lo contrario llegarán mucho más disminuidos a las elecciones, tanto de Congreso el 14 de marzo, como presidenciales de mayo. Pero también deben realizar su evaluación política con respecto a sus niveles de sintonía con la opinión nacional que, para nada, desea que Colombia siga por el abismo de los odios, resentimientos y sectarismos, mentalidad que llevó al país en épocas anteriores a guerras fratricidas como la de los Mil Días entre los siglos XIX y XX, o a la violencia de los años 40, desde el asesinato de Gaitán en el año 1948 y que es, a la final, la que nos tiene aún en el conflicto armado incrementado por la narcoactividad.
En este sentido, retomamos en nuestro epígrafe el Editorial de El Colombiano, ya que si algo reclaman hoy los diversos actores nacionales, es que los variados actores políticos, de la ideología que sea, implementen estrategias que permitan superar definitivamente esa mentalidad de agresión y estigmatización contra quien se oponga a mi, o piense distinto a mí, es decir, esa nefasta cultura política del blanco o negro, del conmigo o contra mi, típica de los regímenes con rasgos totalitaristas, sean éstos de izquierda o de derecha; al fin y al cabo, sobre esta mentalidad política cabalgaron en la campaña los dirigentes tanto del Polo como del Partido Liberal y ello los está conduciendo inevitablemente al fracaso total y a perder sus mejores opciones políticas. Al paso de las fracasadas consultas internas -donde nadie debería declararse ganador, dada la baja votación-, dichos partidos deben realizar un replanteamiento estratégico de fondo.
Las anteriores reflexiones no excluyen, por supuesto, a sectores del “uribismo”, que igualmente beben en las fuentes de la intolerancia y la agresión a los opositores políticos y que abusan del poder y desde el poder, incluso con altos niveles de corrupción nunca antes vistos en Colombia, como es el caso de Inco y de Agro, ingreso seguro, donde miles y miles de millones de pesos han sido desviados hacia grandes capitales de familias privadas afectas al “uribismo” y hacia contratistas que, de seguro, han pagado con “coimas” a los corruptos funcionarios. Toda corrupción es una agresión contra el patrimonio público y fortalece la cultura de la guerra y la intolerancia, amén de que se roban recursos que son para combatir la pobreza.
La situación política nacional, con los resultados electorales de las consultas internas de los dos partidos de oposición formal en Colombia, se hace bastante favorable, por ahora, a la segunda reelección de Uribe, que a la final fue el gran ganador de este 27 de septiembre, donde fue manifiesta la escasa cultura de participación ciudadana que aún existe en Colombia y donde también fue evidente la casi nula propaganda institucional que hubo por parte de la Registraduría para promocionar dichas elecciones internas; pero igual, fueron notorios los bajos niveles de fervor popular que despertaron los candidatos de los partidos en consulta, así como la casi nula programación de debates y foros públicos para presentar los ejes programáticos de cada campaña las cuales, a la final, contaron con escasas innovaciones de marketing y creativas; incluso en el Polo, tanto Petro como Gaviria, copiaron los colores de la bandera colombiana y los acomodaron a sus despistados eslóganes. Por el lado liberal no fue diferente la estrategia y todos los candidatos se montaron en la publicidad alrededor del “trapo rojo”, con un alto desenfoque histórico, ya que los electores de hoy, en su gran mayoría, votan es por programas y personas.
Es obvio también que la votación del Polo se vio afectada grandemente por el tema Chávez, ya que los errores de su presidente -Dussán- con respecto a las relaciones entre Colombia y Venezuela, significaron una imagen bastante negativa en la población y que sumada a la manipulación que del hecho hicieron algunos medios de comunicación, lograron moldear una oposición radical al Polo, en vastos sectores de potenciales votantes. Con el tema Chávez -que será para rato- el Polo tiene una gran debilidad y si no marca una diferencia total, será afectado aún más grandemente en las elecciones del próximo año; al igual que, de alguna manera, deberá no seguir enviando mensajes de división interna, división que también afectó su imagen ante sus votantes, los cuales nunca atinaron a ver un Polo unido sino totalmente dividido y resquebrajado desde su segundo Congreso.
El liberalismo tampoco la tiene fácil y no se ve claramente con el perfil para ser competidor real del “uribismo”, así se sume el año entrante a César Gaviria como su mejor candidato o así se realice la promocionada “consulta interpartidista”, hoy desteñida por los negativos resultados electorales de este 27 y donde cobran más fuerza otras opciones, no del “uribismo”, que no se sometieron al desgaste de toda consulta interna, máxime cuando es abierta.
En el fondo, Colombia ansía la reconciliación nacional y, en este sentido, toda estrategia política para el año entrante deberá fundamentarse en ella o, de lo contrario, sucumbirá. Esta es la mejor lección de las elecciones internas de los partidos de este 27.