Los sicarios le arrebataron otro gran hombre a Medellín. A la 1:20 de la madrugada del pasado viernes, delincuentes asesinaron al reconocido arquitecto Mauricio Arango Atehortúa.
Tras la jornada de trabajo del jueves, el hombre de 45 años llegó a su casa en La Castellana, cerca de la iglesia Santa Gema.
Cocinó con su novia, vieron películas y a la medianoche la llevó a su casa.
Volvió, abrió rápido el garaje, guardó el carro, salió a cerrar la puerta y recibió dos tiros en la cabeza.
Al parecer, los tipos le habrían tratado de robar y le dispararon cuando él opuso resistencia.
Buen hijo y buen amigo
“La primera vez que lo vi llorar fue cuando perdió un examen”. La frase de Alejandro, su hermano menor, resume la vida de Mauricio, entregada al estudio y al trabajo.
Prestaba sus servicios a una reconocida firma de diseño interior y entre sus logros se destacan la participación en la construcción de la clínica Comfenalco, en la calle 30 con carrera 65, y en locales de grandes centros comerciales de la ciudad.
Marta Elena Gil Ángel estudió con él en la UPB y, con la voz quebrada, lo recuerda como un alumno destacado y “muy buen compañero”.
Era apasionado por el fútbol y en 1982 integró la Selección Antioquia, como defensor central, junto a René Higuita.
Alcanzó a jugar en las divisiones menores de su equipo amado, el Independiente Medellín, pero, cuenta Alejandro, por la arquitectura dejó la pelota.
Era el mayor de tres hermanos, soltero y sin hijos, y vivía con sus padres, Germán y Ligia, por quienes lo dio todo. Su último proyecto fue remodelar la casa.
Marta detalla que, con el trágico suceso, los papás se notaban enfermos. Profunda tristeza que invadió los jardines de Campos de Paz donde, en la tarde del viernes, Mauricio encontró la última morada.
