Una vez más, luego de una tensa calma, las relaciones entre Colombia y Ecuador volvieron a estar en riesgo. El pasado sábado el presidente ecuatoriano Rafael Correa le respondió en tono airado al canciller colombiano, Jaime Bermúdez, quien en días pasados le pidió al gobierno del país vecino colaboración en la lucha contra el narcotráfico como única condición para reestablecer los diálogos bilaterales.
En su acostumbrado programa radial, el Jefe de Estado ecuatoriano afirmó que no aceptaría “lecciones de nada” y dijo que el gobierno colombiano era un “insolente”.
“Vea canciller: vaya a dar lecciones a su casa, pero a mi no venga a darme lecciones de nada. Ya estoy cansado de la insolencia de Colombia. Son ellos los que tienen el problema, los que nos agreden y nos quieren poner condiciones para reanudar relaciones", dijo Correa.
En su mensaje advirtió que las relaciones entre los dos países “aún permanecen rotas” y le pidió a Colombia que proteja “su frontera sur y no traten de involucrar a un país en una guerra que no es nuestra".
Prudencia y discreción
Por su parte, el gobierno colombiano decidió no responder al nuevo ataque verbal del presidente Correa.
Fuentes cercanas a la Cancillería indicaron que con el ánimo de evitar mayores problemas, el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia no se pronunciará al respecto.
Miembros del Grupo Carter, encargado de analizar las relaciones entre Colombia y las naciones vecinas, aseguraron que el no pronunciarse es la mejor actitud para manejar el conflicto.
El ex canciller Augusto Ramírez Ocampo señaló que “no se debe responder con agresiones verbales. El asunto debe ser manejado únicamente por las vías diplomáticas”.
Agregó que Colombia ya debería estar acostumbrada a las “frecuentes reacciones salvajes” del presidente Correa. “Desde el pasado mes de marzo su tónica ha sido siempre la misma. Insultos vienen en cada momento (…) Él (presidente Rafael Correa) no ha cambiado a pesar de las gestiones adelantadas”, concluyó Ramírez.