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¿Cómo repensar la política de seguridad y defensa?

02 de junio de 2009
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Es tiempo de analizar y debatir acerca de los ajustes y cambios que eventualmente la política de seguridad y defensa del Estado colombiano debe abocar para los próximos tiempos. Para ello se debe partir de reconocer los aciertos y luego los vacíos, pero igualmente las transformaciones que las amenazas han venido teniendo, especialmente el conflicto interno armado.

Los principales aciertos son: la continuación de la modernización y fortalecimiento de la Fuerza Pública, tarea que había iniciado la administración de Andrés Pastrana con el Plan Colombia y que ha permitido aumentar la presencia del Estado en la totalidad de las cabeceras municipales y en un porcentaje de los corregimientos, pero eso no significa que hoy día se tenga un control del territorio -el mundo rural sigue estando en buena medida desprotegido o con presencia esporádica-, la tarea hoy día está centrada en la consolidación de la presencia del Estado en espacios del territorio sin presencia histórica y ese es un desafío importante; igualmente se disminuyeron sensiblemente los delitos de mayor impacto en la medida en que afectan a los colombianos como los secuestros y extorsiones y los homicidios; se ha logrado un arrinconamiento de la guerrilla -que algunos interpretan como un repliegue estratégico-, asociado a contundentes golpes militares, sin que ello signifique que esté al borde de su destrucción y sobre todo un aislamiento político de las Farc -rechazo ciudadano- tanto nacional como internacionalmente. En el tema de disminución del negocio del narcotráfico, sin duda que la política muestra indicadores mucho más modestos -incluso algunos consideran que negativos-. Ha tenido manchas muy relevantes en el campo del respeto a los derechos humanos, especialmente los llamados 'falsos positivos', que le ponen grandes interrogantes a la Fuerza Pública.

Pero como se ha señalado por muchas voces, hay un gran vacío en la política: la ausencia de una propuesta viable de salida política para estas organizaciones, teniendo en cuenta que los indicadores internacionales muestran que la mayoría de estos conflictos armados terminan con algún tipo de salida política. ¿Pero qué significa esto hoy día?, es uno de los grandes interrogantes que los colombianos debemos clarificar.

La guerrilla ha cambiado su modo de operar, adaptándose de esta manera al nuevo escenario estratégico, ahora acude al uso de campos minados, a francotiradores y a golpes de mano propios de la guerra de guerrillas caracterizados por 'golpear y huir', tratando de esta manera de atacar a la Fuerza Pública y rehuir el combate para así garantizar la conservación de sus fuerzas. Igualmente adquiere relevancia para la seguridad de los colombianos la seguridad ciudadana -recordemos que el mayor porcentaje de los homicidios que se siguen cometiendo en el país y que registran una cifra alta, a pesar de su disminución, se dan por razones ajenas al conflicto interno armado-; también aparece una nueva amenaza para la seguridad, el surgimiento de una nueva generación de grupos armados ilegales -unos los denominan la nueva generación de paramilitares, otros bandas emergentes o bandas criminales-.

Frente a este nuevo escenario del conflicto y de nuevas amenazas para la seguridad de los colombianos, se requiere adaptar la política de seguridad y defensa a las nuevas realidades para tratar de prevenir, contrarrestar y enfrentar las nuevas amenazas. El énfasis en seguridad ciudadana es indispensable; definir estrategias y tácticas novedosas para enfrentar el nuevo accionar de la guerrilla, donde la inteligencia y unidades tácticas operativas deberían jugar un papel fundamental, así como el fortalecimiento de la Policía para las tareas de presencia en el territorio y por supuesto, debe pensarse seriamente en una salida política negociada ofrecida desde un Estado fortalecido a una guerrilla arrinconada, pero que está lejos de ser destruida y finalmente definir el tema de la financiación de esta política.

*Profesor Universidad Nacional

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