Las historias de Villatina y Calle Vieja parecen sacadas del mismo baúl, quizás con solo dos diferencias sustanciales: una, los protagonistas, y la otra, el tiempo. Pero en ambos casos el mismo sello de la tragedia.
Los primeros tuvieron que soportar un espantoso derrumbe de tierra que sepultó ilusiones y vidas hace ya 23 años en las laderas del oriente de Medellín, en un sector plagado de invasiones y gente humilde. Fue el 27 de septiembre de 1987, un domingo de primeras comuniones, fútbol entre Nacional y Medellín, y descansos, hasta que cerca de 20 mil metros cúbicos de tierra aplastaron algo más de 70 viviendas.
Los segundos, igual, sumaron víctimas de otro alud que arrastró consigo a seres indefensos y de escasos recursos que lo perdieron todo en el barrio La Gabriela, en Bello. Fue el 5 de diciembre pasado, coincidencialmente domingo, día de primeras comuniones, de fútbol, de descanso interrumpido por el incontenible poder de la naturaleza que, a causa del invierno, destruyó otras humildes viviendas y escenarios de recreación infantil.
El número de desaparecidos es mejor ni recordarlo, porque ambas tragedias dejaron centenares de damnificados: padres y madres sin hijos; pequeños sin padres; mujeres sin esposos, éstos sin ellas. Hermanos todos en el dolor.
Pero la coincidencia de ambos desastres se asemeja con el apoyo de los antioqueños. El domingo 27 de diciembre de 1987 nació el Día del Fútbol Antioqueño y con él un acto benéfico en favor de los damnificados de Villatina. Al Atanasio Girardot ingresaron 6.153 personas para una recaudación de tres millones, 425 mil, 950 pesos. Se presentó la Selección Colombia de mayores, dirigida por Francisco Maturana, ante una Selección de antioqueños al comando de Gilberto Osorio.
Mañana, 23 años después de Villatina y a un mes largo del desastre de Calle Vieja, es semejante la convocatoria del Día del Fútbol de Antioquia, esta vez en solidaridad con los damnificados de Calle Vieja. Dos partidos, con los cuatro equipos antioqueños, un festival musical y ojalá el aporte de mucha gente de buen corazón, toca la fibra íntima, porque muchas familias esperan "recuperar" algo, por lo menos una vivienda.
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