Expresarse en medio de la conmoción, por decir lo menos, no es fácil y la mayoría de las veces no es conveniente. Pero frente al caso de Luis Santiago y de todos los "luis santiago" de Colombia y del mundo, ya es tarde para pronunciarse. Sin embargo, y de manera paradójica, es obligatorio hacerlo y llamar a todas las personas e instituciones a actuar.
La historia sí muestra cómo aquellos que reciben educación formativa (no sólo informativa), los que reciben afecto y autoridad de los padres, que crecen dentro de una familia funcionalmente sana, los que aprenden sobre el respeto y sobre la valoración de la vida como el bien más importante, todos ellos tienen más posibilidades de ser seres humanos constructivos, buenos, incapaces de desbordar sus iras y rencores frente al otro y menos frente al indefenso, frente al inocente, como Luis Santiago y como todos los niños.
Ya hoy puede ser tarde para que muchos seres humanos, aquellos capaces de semejantes atrocidades, aprendan a ser constructivos, amantes de la vida y respetuosos de ella. Para ellos quedan pocas opciones para impedir que se conviertan en progenitores (nunca se les podrá llamar padres), que luego, como bestias, les quitan la vida a sus hijos, o la felicidad o la esperanza de crecer sanos física y mentalmente; sólo les queda la opción del temor, el miedo a ser sometidos a la justicia humana, que frente a estos casos no puede ser otra que la Ley del Talión.
Hoy en día, Derechos Humanos debe abogar por los derechos de los buenos, no de aquellas "hienas". No necesitamos que se haga un debido proceso y un sometimiento a nuestro débil sistema penal, sino que realmente se haga justicia, una justicia ejemplificante. Es claro que la prisión no redime, no resocializa y menos aborda problemáticas mentales y espirituales, que alivien o generen ganancias para el individuo y la sociedad.
Derechos Humanos debe trabajar por los derechos de las víctimas y de quienes potencialmente lo sean, como los niños y todo el que se encuentre en estado de indefensión. Apoyar penas más duras como la cadena perpetua, los trabajos forzosos y hasta la pena de muerte, son una forma de defensa, porque para muchos criminales eso puede ser lo único que los contenga: el miedo a perder la libertad o la propia vida.
Sin duda, hay cosas por hacer, como la educación, la unidad familiar, que las familias tengan su propio techo, los cuidados maternales, en tanto los padres tengan trabajos dignos y suficientemente remunerados para llevar solos el sustento económico y no tener afugias frente al cubrimiento de las necesidades básicas y para que las madres no se vean en la necesidad de dejar a sus hijos para salir a trabajar. Se requiere formación para los niños y jóvenes, orientada a la vida, a la salud mental y física.
Deben considerarse derechos humanos la posibilidad de vivir en sociedad sin el temor de ser atacados por las "hienas", debe ser un derecho humano recibir educación para la vida, más que para formar empresas, debe ser considerado un derecho humano el estar con la familia después de la jornada de trabajo, porque con ello ya están cubiertas las necesidades.
En fin, hoy, con toda la razón, es el momento para que organismos como Derechos Humanos muestren su capacidad de acción y de influencia para defender los derechos de todas las víctimas.
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