En el barrio Santa Rita, parte alta al oriente de Bello, hay conmoción: mientras unos todavía no se reponen del susto y elevan oraciones para agradecerle a Dios que salieron ilesos, otros no dejan de lamentarse por todo lo que perdieron materialmente.
La causa de tan contrarios sentimientos fue una explosión que se produjo en una vivienda de la parte alta, al parecer causada por una pipeta de gas, que dejó como saldo dos casas totalmente destruidas (una de ellas de dos plantas y donde se produjo el estallido) y otras tres averiadas, además de tres personas heridas: Yésica Ospina, su hija de 19 meses, solo con laceraciones, y su tía Sorley Álvarez, a quien se le fracturó un pie.
Esto último, a simple vista, es lo que pareció más milagroso, pues techos y muros se hicieron pedacitos en pocos segundos y nadie recibió un golpe contundente, ni siquiera Libi Virginia Lora, habitante de una casa vecina a la que se le cayó el techo y unos muros. Aún temblando del susto, narró su aterradora experiencia:
"Yo estaba echándoles cuido a los pollos, en esas me llamaron, entré a la cocina y cuando cogí una cuchara, ¡pum!, sentí eso tan horrible, salí corriendo s buscar a las niñas... mi Diosito es muy bueno y nos protegió".
El drama
Entre tanto, Sergio Andrés Taborda Pulgarín, cuya vivienda quedó demolida con la explosión, lloraba contando la ruina en que quedó.
"Acá vivimos mi papá y mi mamá y en el segundo piso vivía yo con mi esposa y mi hija de 19 meses. Todo se perdió, aunque no nos pasó nada, pero no sabemos qué va a pasar", relató.
Con mucho esfuerzo, el joven ahorró para comprar un computador, pues en enero inicia estudios de Derecho y el aparato se hizo polvo.
"No sé hermano qué sigue, esto es muy triste", dijo y de sus ojos brotaron lágrimas. Incluso ruega que la comunidad le colabore, pues quedaron en la física calle.
Gilberto Mazo, vocero del Dapard, calculó en 22 las personas damnificadas, integrantes de las cinco familias afectadas, mientras el subsecretario de Gobierno de Bello, Carlos Arango, afirmó que se hacían las evaluaciones de lo que realmente ocurrió para determinar las ayudas, que incluirían una posible reubicación, al menos de las familias cuyas casas quedaron destruidas.
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