Si se puede escoger una sola palabra para conectar las causas de las dos crisis en las que se ha sumido la economía mundial en los últimos años, esta sería indisciplina.
La crisis que estalló en el 2008 se empezó a cocinar unos tres años antes, cuando las grandes compañías financieras y de seguros empezaron a otorgar créditos hipotecarios de manera irresponsable, mientras que la crisis actual es el resultado de años y años de gasto desmesurado por parte de algunos países de la zona Euro. Indisciplina del sector privado, por un lado e indisciplina del sector público, por el otro.
Para Alejandro Reyes González, director de Investigaciones Económicas de Ultrabursátiles, la actual crisis podría dejar cicatrices mucho más profundas en el aparato productivo mundial que la anterior y los costos para salir de ella serían mayores.
“La crisis del 2008 fue bastante dramática, pero se comportó en forma de ‘V’: cayó rápidamente, pero tocó fondo y nuevamente se recuperó. La crisis actual podría decirse que inició en 2010, pero todavía no se ha manifestado en un deterioro marcado de la actividad económica, pues hay una ambivalencia: la economía afloja, los Gobiernos salen a inyectar liquidez y esto lo que causa es una gran volatilidad en todos los mercados”.
En otras palabras, la crisis del 2008 fue más fácil de enfrentar para los inversionistas, pues había certeza de que en algún punto se iba a tocar fondo. En este caso, los mercados siempre están a la espera de posibles intervenciones y esto hace que se genere mayor incertidumbre.
Precisamente, estos niveles de incertidumbre han llevado a los mercados accionarios a caídas impresionantes: en tan solo dos semanas (entre el 22 de julio y el 8 de agosto de 2011), el Indice S&P 500 de Wall Street perdió 16,78 por ciento de su valor; la Bolsa de Madrid se desvalorizó 23,9 por ciento (entre el 4 de julio y el 10 de agosto de 2011) y la Bolsa de Fráncfort, considerada como la economía más fuerte de la Unión Europea, bajó 23,57 por ciento entre el 25 de julio y el 10 de agosto del año pasado.
El momento de las emergentes
Mientras que las economías avanzadas pasan por una situación de deuda bastante compleja, con altos niveles de déficit y de endeudamiento, las economías emergentes gozan de una salud fiscal bastante sólida y esto les ha permitido crecer de manera sostenida.
“En la década de los 80, las economías en desarrollo, especialmente las de América Latina, sufrieron problemas de sobre endeudamiento y eso las llevó a hacer reformas. Gracias a esto, los niveles de endeudamiento están bajo control, lo que nos pone en ventaja frente las economías europeas: mientras que sus calificaciones de riesgo van en deterioro, las nuestras mejoran y el mercado está reconociendo eso”, explica Reyes.
Ahora, Europa deberá encaminarse nuevamente hacia un crecimiento sostenible, no sin antes sentir el golpe de la austeridad en cada economía.
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