Pocas personas se pueden dar el lujo de decir que no han llamado a la Policía a las 3 de la mañana porque a un vecino le dio por armar una fiesta que se escucha tres cuadras a la redonda.
También están los que se han sentido molestos porque un domingo, en medio de un paseo familiar, han visto un carro detenido y a su lado un hombre adulto orinando contra un muro.
Esas situaciones podrían ser cosa del pasado si el Congreso aprueba del Código de Convivencia Ciudadana que reemplazaría al Código Nacional de Policía que comenzó a regir en 1970 y que hace parte del paquete de la Política de Seguridad Ciudadana, presentada por el presidente Juan Manuel Santos el 4 de octubre.
Y aunque se trata de un proyecto con connotaciones legales, en el fondo apunta a lo que se ha venido insistiendo desde varios sectores y hace mucho tiempo: la formación de ciudadanos para evitar que situaciones comunes terminen en problemas de violencia.
Lo que hay es anacrónico
En 1970 cuando se expidió el Código Nacional de Policía, no solo no existía el teléfono celular como afirmó Santos sino que los equipos de sonido con alta potencia eran un lujo.
No existía Internet y por lo tanto, la red no era un peligro para que los niños cayeran en las redes de pornografía infantil. Tampoco había conciencia de los riesgos para la salud que generaba el cigarrillo y los movimientos que protegen a los animales de la explotación no existían.
El ex congresista antioqueño Carlos Arturo Piedrahíta, recorrió el país presentando un proyecto de ley para reformar el código vigente. Una iniciativa que alcanzó a ser aprobada en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes en la legislatura pasada.
Son muchos los comentarios que le quedaron sonando en los tres años que él y el ex representante por Bogotá, David Luna, hicieron casi 140 reuniones en todo el país a las que asistieron unas 9.000 personas.
"¿Qué se va a hacer en la Costa con las gallinas y las burras que se atraviesan en las vías? El código nuevo contempla la creación de albergues para animales, pero no es del todo viable", cuenta Piedrahíta.
Otra situación de la vida diaria es la que se presenta en Medellín donde, "si seguimos como vamos, terminaremos en las esquinas con más malabaristas que el Circo del Sol. Aquí hay un problema de respeto del espacio público donde no se puede tener un Policía en cada esquina, pero también un problema social", explicó Piedrahíta.
Tanto el proyecto que fue radicado en ese entonces como el de ahora, contemplan algo fundamental: el cambio en las multas a salarios mínimos. Un ejemplo, ahora se cobran entre 50 pesos por botar basura en la calle, la suma se tiene que hacer más alta y convertirse a salarios mínimos.
Un asunto de educación
Para el concejal de Medellín, Federico Gutiérrez, un nuevo código de convivencia y Policía tiene dos implicaciones: que se cuente con las herramientas para que las sanciones se puedan imponer en realidad y que los ciudadanos sean concientes de la importancia de respetar a sus vecinos.
"Es un asunto de educación de todos los ciudadanos y que tiene que partir de la familia y llegar a las escuelas y colegios", indicó Gutiérrez.
El ejemplo más cercano, aseguró, es la cantidad de personal que tiene que destinar cada fin de semana la Policía Metropolitana de Medellín para atender situaciones relacionadas con fiestas que terminan en riñas familiares. "Si hay educación y respeto, estas situaciones podrían evitarse".
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4