El multimillonario brasileño Eike Batista afirmó que está arrepentido de haber abierto el capital de sus empresas en el mercado antes de haberlas consolidado.
"Si pudiese volver el tiempo, no habría recurrido al mercado de acciones", afirmó Batista, hasta hace un par de años considerado como el séptimo hombre más rico del mundo, pero que ahora no figura ni entre las mayores fortunas brasileñas.
Los recursos del empresario vienen esfumándose por la fuerte caída de las acciones de sus empresas en el mercado, provocada por una crisis de credibilidad en torno al conglomerado EBX y por los decepcionantes resultados de la petrolera OGX.
La acelerada venta de los papeles de la OGX también ha afectado la cotización de sus coligadas, como la empresa de logística LLX, la minera MMX y la eléctrica MPX.
Batista considera que, en lugar de lanzar acciones de esas empresas en el mercado, debería haber creado un fondo privado de participaciones que le permitiese montar desde cero y desarrollar cada compañía por al menos diez años. "Y todas permanecería cerradas hasta que estuviese seguro de que había llegado el momento de abrir el capital", afirmó.
El empresario negó que fuese un aventurero cuando lanzó sus compañías en el mercado o que hubiese ofrecido a los inversionistas empresas con resultados inflados o activos inexistentes.
Aseguró que, cuando sacó sus empresas a bolsa, tenía una trayectoria de 30 años de trabajo con "desafíos superados, éxito y una capacidad comprobada de cumplir compromisos".
Batista atribuyó la elevada expectativa que existía en torno a OGX, empresa cuyo capital fue abierto cuando aún no producía petróleo y tan sólo poseía algunas concesiones, a los pronósticos realizados por empresas independientes.
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