Han transcurrido varias semanas desde que en Colombia se empezó a hablar del Puro Centro Democrático, que hasta ahora se queda en la intención de reunir a dirigentes cercanos al expresidente Álvaro Uribe en torno a sus ideas, pero ni con las dudas iniciales ni el paso de los días se ha determinado qué es, quiénes estarán y cuál será su fin.
Lo electoral en relación a Uribe está cargado de misterios, su reelección y posterior intento se basaron en meras especulaciones de si quería seguir en el cargo o no, sus posibles candidaturas en Bogotá y Medellín en las elecciones locales de 2011 sirvieron para alimentar la prensa y ahora esta nueva idea, nace con el signo de interrogación como ícono.
Además no está claro por qué el expresidente utiliza la palabra ‘centro’ si él mismo ha dicho que catalogar liderazgos políticos entre izquierda y derecha es una diferenciación “simplista, impráctica, obsoleta y polarizante”. Me pregunto yo: ¿el centro del que se habla en esta nueva idea es, entonces, con relación a qué?
Sin embargo la poca claridad en su creación no lleva necesariamente a descalificarla. Tanto el exmandatario como cualquier colombiano, está en todo su derecho de formar nuevas plataformas políticas. Lo deseable sería que en todos los casos se actuara con la luz prendida para que sepamos qué se busca: un partido, un grupo de amigos, un movimiento coyuntural; mucho más cuando quien lo lidera es uno de los personajes más influyentes en la historia reciente del país.
Lástima, también, que a esa poca claridad se le sumen nubarrones como los del autoproclamado ideólogo del uribismo (que me abstengo de nombrar para no darle la propaganda que tanto le gusta), cuando cínicamente dijo que el candidato de ese grupo “debe ser humilde y entender que Uribe es la cabeza y eje del movimiento”.
Bien difícil la tendrán para conseguir candidatos borregos como los que busca el ‘ideólogo’, puesto que en una salida plausible y de repudio patente hacia la frase, Martha Lucía Ramírez y Óscar Iván Zuluaga rechazaron la cadena al cuello que pretendió ponerse sobre ellos.
Lo ideal para darle claridad a este proceso es que por parte de sus gestores no se espere hasta el final para contarnos de qué se trata su idea; y por parte de los políticos que podrían estar allí, que se manifiesten abiertamente desde ahora y no permanezcan estos dos años antes de la elección, al lado del gobierno que tira migajas de la mesa y luego corran a cubrirse con el manto electoral de Uribe, que si bien para cargos unipersonales ha demostrado que no endosa, sí trae ventajas en elección a cuerpos colegiados.
@carlosaperez
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