Nadie lo podría acusar, con pruebas ciertas, de estar promoviendo las tomas de poblaciones en la frontera con Ucrania, pero es un hecho que la mano rusa está detrás de tales actos y que es el incontestable zar del Kremlin el que mueve los hilos en la crisis que comenzó en Ucrania en noviembre pasado.
Tras la anexión de Crimea, con claros intereses estratégicos de Moscú por su dominio sobre el Mar Negro para el movimiento de su flota a través del puerto de Sebastopol, la sublevación y el caos se ha extendido ahora a las provincias del oriente de Ucrania: Donetsk, Jarkov y Lugansk. Los edificios públicos, incluyendo comisarías y estaciones de policía, han sido tomadas por hombres armados.
La situación parece seguir el mismo camino de Crimea y de no mediar una intervención militar de Kiev o una fuerte acción diplomática de Occidente, es posible que estas poblaciones terminen declarando su autonomía y posteriormente soliciten su anexión a la Federación Rusa, deshaciendo el camino que tomaron hace 25 años cuando se desintegró la Unión Soviética.
Resulta evidente que este es el objetivo que persiguen los grupos prorrusos, bien sea por la fuerza o provocando un plebiscito. Y no es una intención que se haya producido ahora por generación espontánea, sino que nace de antiguas reivindicaciones, casi desde el mismo momento en que la Otan buscó acercarse a las nuevas repúblicas soviéticas, contraviniendo las promesas realizadas en 1991 cuando se desintegró la URSS y que tuvieron su clara expresión en la guerra de cinco días en Georgia en 2008.
Estas tropas, que no lucen ninguna identificación en sus atuendos militares, aunque Estados Unidos asegura que visten uniformes del ejército ruso y hablan en ese idioma, han recibido manifestaciones de apoyo popular en estas poblaciones. Además pueden sentir el respaldo que les brinda saber que hay 40 mil hombres y equipos bélicos rusos concentrados en las fronteras, según las denuncias de la Otan.
La estabilidad e integridad de Ucrania está amenazada y el mayor riesgo es el de que se desate una guerra civil, aunque no se puede hablar aún de un punto de no retorno. El presidente interino Alexandr Turchínov convocó elecciones para el 25 de mayo buscando que sea la gente de Ucrania quien se pronuncie sobre el futuro del país.
Estados Unidos y Europa prefieren mantener la cautela y convocaron al presidente de Rusia a la sensatez. En la sexta llamada que le hace el presidente Barack Obama, desde el inicio de esta crisis, le expuso a Putin su "profunda preocupación" por el apoyo a las acciones de los grupos separatistas y también la canciller alemana Angela Merkel urgió a Moscú a distanciarse del conflicto.
Lo mismo hizo el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien pidió a Putin actuar para reducir la tensión. La llamada sirvió sin embargo para que su interlocutor se lavara las manos y solicitara a la ONU que condenara cualquier uso de la fuerza por parte de las autoridades de Kiev.
Mañana en Ginebra, representantes de la Unión Europea, Estados Unidos, Ucrania y Rusia tratarán de consensuar, por primera vez, una salida a esta crisis en la que Moscú pone la candela, mientras la comunidad internacional no tiene aún muy claro cómo controlar el fuego.
EL MALESTAR SE PUEDE EXTENDER A OTROS PAÍSES QUE ESTABAN EN LA ÓRBITA RUSA
Por ADRIÁN MAC LIMAN
Analista internacional, periodista y escritor
Es una situación muy tensa y comprendo muy bien que despierte preocupación. Para Rusia, el problema que se plantea es que la Otan se está acercando demasiado, cosa que los rusos no quieren aceptar por razones estratégicas. En este momento tienen al lado a un vecino (Ucrania) que pide ayuda a la Unión Europea e ingresa en la Otan y tienen dos barcos de guerra norteamericanos en el Mar Negro.
Obviamente se está planteando el aislamiento de lo que es la frontera europea de Rusia.
No hay que extrañarse entonces si los rusos reaccionan como lo han hecho, de defender a ultranza esos kilómetros que son muy importantes para el equilibrio geopolítico.
Hay que reconocer que Occidente le había apostado a una Ucrania independiente de Rusia y por eso la Unión Europea no está dispuesta a ceder y podemos entrar en un conflicto en el que, en un principio, nadie está interesado.
Sin embargo, tanto los cancilleres rusos como de la Unión Europea advierten que hay un peligro de guerra civil en Ucrania y el malestar se puede extender a otros países que estaban en la órbita rusa.
Es sorprendente como se extiende este movimiento desde el este de Ucrania y puede llegar hasta la república de Moldavia y a otros lugares de la antigua Unión Soviética.
Sin embargo, conociendo los antecedentes del presidente interino de Ucrania, Alexadr Tuchínov, uno no sabe qué puede pasar y se imagina cualquier cosa. Ha navegado en aguas muy turbias y necesita el poder. ¿Cómo? Ya lo veremos.