Estudia Ingeniería Administrativa, tiene 20 años y una meta clara en su futuro: tener su propia empresa.
Felipe Lara es el ejemplo del antioqueño que sueña creando negocios y quizá si aún se pudieran fundar pueblos, hasta se le medía a esa tarea.
Claro, para eso falta tiempo, pues por ahora la meta está en terminar la carrera que cursa en la Escuela de Ingeniería. Va por sexto semestre y en cada uno de ellos ha obtenido el mejor promedio.
Es el segundo de tres hermanos, nació en Rionegro por capricho de su papá, pero ha vivido toda la vida en Medellín.
"Cuando pensé, estando en el bachillerato, cómo me quería ver en el futuro, me imaginé como un empresario y elegí la rama de la administración, pero con ingeniería, pues siempre me fue bien con las matemáticas".
Por ahora lo que más le llama la atención son las finanzas, pero sabe que aún hay un camino por recorrer para definirse del todo.
Le encanta Medellín, dice, no lo cambiaría por nada del mundo. Pero concuerda con el 77 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años entrevistados por Invamer al señalar que sí viviría fuera del país por un tiempo.
De tener que hacerlo, por trabajo, por ejemplo, preferiría irse para Europa antes que a los Estados Unidos. "Me gustaría que fuera para Francia, que me parece un país muy bacano".
Aunque, recuerda, "mi sueño es tener mi propia empresa, desarrollarla, verla crecer".
Como sus contemporáneos, es la ciudad la que lo atrae, para él, como para muchos de los entrevistados, el campo es para el descanso, pero no una opción para vivir.
"Todo lo tengo acá, las ciudades siempre te ofrecerán más alternativas que lo rural".
La ambición parece no ir con él. Porque entre hacerse rico o vivir rico no dudó irse por la segunda opción.
"Tener una buena familia, porque es indispensable la compañía, que no te falte nada, tener estabilidad, así se puede vivir bien". Porque es social, como lo son la mayoría de colombianos de su edad y como ellos, también, no tiene reparos para la música.
"No me gusta casarme con un solo género, sino sacar lo mejor de cada uno y disfrutarlo".
Es optimista este Felipe, además de emprendedor en potencia. Sueña con cambiar la imagen de Medellín ante el mundo, "eso ya se está logrando y vamos por un buen camino".
Y cuando esculca en sus temores, cosa rara entre los adolescentes, lo asusta la muerte. "No debería, pero así es. Quizá es por lo mucho que quiero la vida".
Y hace bien, porque quizá a la vuelta de unos años, el estudiante sea el empresario ejecutivo que soñó cuando apenas era bachiller.
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