Hace 25 años murió en Granada, en un accidente de helicóptero, J. Emilio Valderrama, uno de los grandes hombres de Estado de Antioquia y del país. De origen humilde, en épocas cuando la política estaba dominada por notables y aristócratas, logró, con base en tesón, inteligencia y una excepcional capacidad de trabajo, escalar todos los peldaños hasta las cumbres del poder. Era un soñador y un visionario. Un transformador y un rebelde, comprometido con la causa de los pobres. Construyó un sólido caudal político con base en el trabajo en equipo y en otorgar confianza a la gente. Como senador, como ministro y como líder del Partido Conservador, dejó huella por la profundidad de sus ideas, por la abundancia de sus logros y porque llevó a donde estuvo, la fuerza de la renovación, la apertura y la democratización. Fue un gran antioqueño cuyo legado perdura.
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