Ayahua no pidió permiso. Llegó del colegio emocionado y le dijo a la mamá, Clara Peláez, que el viernes se iba a Bogotá con la profesora, a sacar la visa. "Uno no se atreve a decir que no. Ese es un sueño hecho realidad". Con Clara, 24 papás no fueron capaces de decir no a sus hijos y ahora ellos están allá, conociendo la Nasa.
La historia empieza en el 2011 en el colegio Paraísos de color. Eran otros niños y hablaban de historia del arte. Se les ocurrió ir a conocer las calles de Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel. Escribieron unas 200 cartas, lograron diversos apoyos y se fueron a Italia, 15 días.
La directora, Diana Lucía Restrepo, les acolita las ideas. "El colegio tiene una filosofía muy bonita, patafísica, con el tema de soluciones imaginarias. Validan lo que quieren hacer y los impulsan a ir por ello", dice Helena Cortés, comunicadora de El Planetario.
El 2012 siguió en grande. Atrás quedaban los viajes de despedida de quinto, donde iban hasta Coveñas. Se volvió un sueño colectivo y un proyecto académico. Cuando Damián Figueroa Berrío, de 11 años, muy encarretado con Carl Sagan, llevó a clase una de las series, sus compañeros se emocionaron con la astronomía. Soñaron con la Nasa.
Volvieron a las cartas, a ver si alguien les ayudaba. Solo la agencia espacial les respondió sí a la visita. Les quedaba recolectar el dinero y estudiar.
Para estudiar siguieron con los libros y se acercaron al Planetario. Para el dinero, los papás ayudaron: rifas y buñuelos, empanadas, chuzos y todo lo que se les ocurrió para vender. Al final les tocó mirar el bolsillo y algunos hasta hicieron préstamos, pero "los niños habían hecho la mitad que era soñar", cuenta Sorelly Berrío, mamá de Damián y Yarak.
Después de un año, este miércoles llegaron al Centro Espacial Kennedy. "Todo el mundo en la Nasa quedo encantado con ellos, y se desvivieron por hacer de su viaje uno muy especial. El mismo Carl Sagan, quien fue su primera fuente de inspiración, estaría orgulloso", escribió la periodista científica, Ángela Posada, quien los acompañó.
En Estados Unidos están desde el jueves pasado. En el único mensaje que Sorelly ha tenido de ellos, por Whatsapp, hablaron de la felicidad.
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