"Eso parecía la hora llegada", esta era la frase más común con la que ayer en la mañana en muchos corrillos se describía lo ocurrido el miércoles en la noche en Betulia y que acuña la predicción de la llegada del fin mundo.
Así fue el susto y los momentos de pánico vividos en el área urbana de este municipio del Suroeste antioqueño. "Se sentía un silbido fuerte y espantoso y la luz se fue. Con todo lo que ha pasado en estos días, creí que era el fin del mundo", expresa Luz Marina Vélez, quien no sufrió consecuencia alguna.
Pero para su hija Lorena, el miedo fue aún mayor. Cuando empezó el vendaval, aproximadamente a las 6:30 de la tarde, y que inició con un fuerte aguacero, ella se encontraba en el coliseo entrenando baloncesto.
"El miedo nos hizo salir corriendo para la casa. Mientras subíamos veíamos como caían materas, alambres de luz y pedazos de tejas. No veíamos la hora de llegar", cuenta Lorena, quien dice haber pasado el mayor susto de su vida.
Ayer mientras la gente murmuraba en las calles y expresaba que "gracias a Dios solo duró unos pocos minutos", desde lo alto se podía ver a muchas personas montadas en los techos tratando de reparar los daños.
"La curiosidad es más fuerte que el miedo. Yo traté de salir a ver qué pasaba, pues el viento era muy fuerte, pero al llegar a la puerta se fue la luz", relata Héctor Fabio García, mientras levanta algunas de las pocas tejas, que quedaron en el techo de la casa de Dora, su vecina a la que ayudaba, pues casi todo el techo lo arrancó el vendaval.
Solo cuando llegó la energía, dos horas después, Héctor pudo darse cuenta de los estragos. "Las calles estaban llenas de pedazos de teja, e incluso tablillas y largueros de madera".
A la hora en que empezó el vendaval, en el templo, el padre Mario Peláez acababa de dar la bendición a sus feligreses para que fueran en paz a sus casas, pero vaya susto se llevaron cuando las tejas empezaron a golpear el techo. "Muchos salieron corriendo y cayeron al piso", expresa el párroco.
En la capilla de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, a la entrada del pueblo, estaba el pastor Mario y sus feligreses, interrumpieron sus oraciones al sentir golpes en el techo acompañados de un fuerte viento que los hizo correr a refugiarse bajo el marco de la entrada principal y en un rincón de al lado.
"Algunos se desmayaron y los que no, seguimos orando y pidiéndole al Señor su protección", expresa Mario, al tiempo que dirigía las labores de recuperación y limpieza de la capilla semidestruida.
A unos 200 metros, soldados del Ejército ayudaban en las labores de recuperación de la escuela San José, una de las instalaciones más afectadas y que obligó a la suspensión, por lo menos ocho días, de las clases.
En las calles ayer también era intenso el trabajo de los organismos de socorro y de servidores del Municipio haciendo el censo definitivo, que hasta las horas de la tarde, según el alcalde de la localidad, Juan Manuel Lema, llegaba a 250 casas afectadas.
Afortunadamente la emergencia no dejó víctimas, solo dos personas con lesiones leves. Lo trágico sucedió horas más tarde, a la 1:00 de la mañana, que volvió a caer un fuerte aguacero, el cual cobró la vida de un conductor, quien estrelló su vehículo contra un barranco.
El reporte inicial también da cuenta de daños en los juzgados, en el área administrativa del hospital, la Personería y el comando de Policía. Además, se esperaba el informe de dos veredas en las que también se presentó el vendaval.
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