"¿Qué me muera de un infarto? No, ¡yo no! A mí que me dé tiempecito de arrepentirme. Yo no soy muy mala pero sí necesito ese tiempo para arrepentirme porque sé que voy para donde un ser supremo. Es que yo le tengo pánico a la muerte".
Me resultó paradójico que Luz Marina Prisco Montes, enfermera hace 22 años de la Unidad de Cuidado Intensivo del Hospital Pablo Tobón Uribe, quien trabaja en medio de pacientes críticos, sintiera tanto miedo de morir.
-Uno a veces cree que ante esa situación, ustedes son más tranquilos- le dije.
Sin embargo, ella me aseguró que ese temor era más una cuestión de creencias religiosas.
A mí me tocó...
La muerte es muy difícil, me dijo Luz Marina. Y ella sí que sabe de eso, pues aunque la mayor parte de su tiempo la pasa tras las puertas de la Unidad de Cuidado Intensivo, en una ocasión la vida la obligó a estar del otro lado.
"Mi mamá se murió aquí en esta UCI", me contó con ojos llorosos y en medio de un "¡ay Dios, ya me va a dar!", mientras usaba su mano como abanico para tratar de disimular algunas lágrimas.
Para ese momento Luz Marina estaba en vacaciones, así que no estuvo a cargo de su mamá. "Yo sé de términos y situaciones médicas y sabía que mi mamá se iba a morir".
A pesar de ser una situación dolorosa, esta enfermera está convencida de que el tratamiento médico de su mamá fue acertado, además le abona a su experiencia la forma en que ella misma manejó la situación.
"Yo tenía un viajecito, entonces el doctor me decía no lo cancele que su mamá se va a mejorar. Ella tenía un hematoma, el médico dijo que poniéndole medicación salía, pero a los ocho días me dijo: cancele el viaje que su mamá no... yo lo cancelé. Eso fue un martes, ese día me dijo no lo cancele y al miércoles siguiente, me dijo cancélelo que su mamá está muy mal. Ella se murió el jueves, ese día tomaron la determinación y a mí me pareció muy lógica. El médico me dijo, su mamá tiene mucho medicamento para la presión, se lo voy a quitar, ella no va a salir. Mi mamá se murió a la horita. Todo fue muy bien manejado y me parece que por mi experiencia también lo manejé bien, es muy duro pero uno sabe. Fue todo como debió ser", relató Luz Marina.
En los zapatos de sus pacientes
Ninguno se compara con la pérdida de su madre, pero cuando ya no hay nada qué hacer por un paciente, Luz Marina cuenta que jamás ha sentido frustración pero sí un dolor de familia. "A uno se le parte el alma de ver las familias sufriendo, sobre todo cuando es el sufrimiento de una madre que pierde a su hijo".
-En algún momento pensé que el personal médico de las UCI era muy frío, que sabían poco del dolor ajeno- la interrumpí, antes de que ella me contara uno de sus más intensos recuerdos.
"Un caso muy doloroso que viví fue durante esa época de violencia en Medellín. Un celador llegó víctima de una bomba en San Antonio. El señor murió y esa noche, no se me olvida, cuando la esposa entró y el médico le dio la noticia, ella le dijo: ay doctor, téngamelo sostenido hasta mañana es que nosotros tenemos una casita y si yo la pago mañana me queda libre, si no pierdo la casa. El doctor le respondió, ¿por qué no me dijo eso antes? yo le hubiera ayudado tal vez a sostenerlo con un ventilador pero en este momento ya está muerto. Esa situación no se me olvida porque ella no pagó la casita por estar acá pendiente de su esposo", relató.
Los soldados son el punto débil de Luz Marina. Según ella, al verlos llegar tan mal a la UCI, se le juntan en uno solo, ese dolor de patria, el saber que ellos no tienen tanta culpa y están luchando por el país.
Más amor por su familia
Cuidarse más, tener más precaución a la hora de hacer las cosas, respetar y querer a las personas, madurez y tranquilidad, han sido las enseñanzas que el trabajo en la UCI le ha dejado a Luz Marina. Pero estas lecciones trascienden su entorno más cercano, llegan hasta sus sobrinos, a su familia.
Dicen que Dios al que no da hijos da sobrinos y ella es vivo ejemplo de ello. "Mi vida son mis sobrinos y por mi trabajo he aprendido a cuidarlos más para que no vayan a estar en situaciones como las que me toca ver, les transmito ese valor por la vida".
Con una activa vida familiar, esta enfermera jamás ha visto afectada la relación con sus hermanos, sobrinos y amigos por cuenta de los horarios tan exigentes de su trabajo. "Me acomodo muy fácil a las situaciones", me dijo y su familia lo acepta. Pero cómo no entenderlo si sus sobrinas, ven en ella algo de ese ideal que todos queremos ser cuando grandes. "Mis sobrinas viven felices con que yo sea enfermera, muchas veces me dicen, ¡ay tía yo quiero ser como usted!".
Su vida social tampoco ha sufrido estragos, el tiempo le alcanza hasta para irse de paseo. "Con mi 'barrita' de compañeras de la universidad, a veces nos vamos para una finquita entonces pido dos días para salir con ellas".
Absolutamente feliz en su trabajo y con un carisma que no todos logramos irradiar, Luz Marina Prisco Montes, se siente orgullosa de su labor, reconoce que esta es su vocación y aunque no lo tuvo muy claro desde el principio fue lo que siempre quiso hacer. "Pienso trabajar en la UCI hasta que me jubile, inclusive no me vería en otro servicio de hospitalización".
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