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¿Exceso de fatalismo?

22 de marzo de 2009
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En varios editoriales hemos venido insistiendo en que el país parecería solazarse en un exceso de fatalismo. Hay analistas que sugieren, con base en indicadores económicos que registran decrecimiento en la actividad industrial, que la crisis internacional nos está arrollando y tendremos, indefectiblemente, crecimientos negativos.

Estos análisis no hacen un diagnóstico cierto del problema real que sí tiene la economía y está induciendo decisiones desacertadas. Por ejemplo, despedir personas y aplazar inversiones. Insistimos en que la desaceleración de Colombia tiene como origen razones distintas a la crisis internacional. No debería generar crecimientos negativos, y la recuperación de buenos niveles de crecimiento podría ser más rápida que la de la economía mundial.

La crisis internacional hasta el momento ha afectado más las mentes y los estados de ánimo que las cuentas reales de la economía colombiana. Las exportaciones de 2008 fueron récord, con un crecimiento del 25 por ciento en dólares. La inversión extranjera crecía al tercer trimestre del año anterior en 1.500 millones de dólares con respecto a 2007 y al terminar 2008, superaron con creces el acumulado anual. Las remesas, por su parte, superaron las de 2007, en 350 millones de dólares, con un crecimiento del 8 por ciento. ¿Cuál fue entonces el mecanismo de contagio de la crisis internacional?

Decir que la desaceleración de 2008 se debió a la crisis internacional no es sustentable con las cifras. Y tampoco parece ser que sea fácil sustentarlo en este comienzo de año. Las exportaciones crecieron en febrero 4,1 por ciento. En lo corrido de 2009, la reducción es de solo el 10,1 por ciento, ampliamente compensada por una tasa de cambio que se ha devaluado más del 20 por ciento. El año anterior ocurrió lo contrario. Se tuvo récord en exportaciones en dólares, pero la revaluación del peso generó un efecto negativo del 2 por ciento en el PIB.

El efecto cambiario este año será inverso. Idéntico fenómeno se presentará con las remesas y la inversión externa que dejarán muchos más pesos, aun siendo inferiores en dólares que las que entraron el año anterior. La desaceleración colombiana se debió a su propio ciclo de inversión. El comportamiento del crédito comercial sugiere que la fase de contracción se empieza a superar.

El crédito interno crece a tasas del 21 por ciento. El crédito comercial y el de consumo aumentaron incluso su tasa de crecimiento en enero. El único que moderó su ritmo de expansión es el de vivienda que crece al 9 por ciento, cuando antes lo hacía al 10. Además, la demanda energética se expande. Estos no son síntomas de una economía que vaya a tener crecimiento negativo.

Deberíamos moderar el fatalismo y revisar con juicio todo el conjunto de indicadores. No hay duda de que los datos de comportamiento industrial de enero son preocupantes. En el acumulado de 12 meses, el decrecimiento es de 4,8 por ciento. No obstante, enero fue menos malo que el pasado noviembre cuando se dio el fondo de la contracción. De todas formas, el primer mes es poco indicado para hacer evaluaciones de crecimiento por los efectos del calendario de festivos y vacaciones que cambian cada año.

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