La Feria de Manizales, de tantos blasones, pareció pasar a segundo lugar, de manera injusta, por la polémica en torno a una feria comercial de productos eróticos.
Está visto que la mejor forma de lograr protagonismo es el escándalo y a él contribuyó de manera impensada el alcalde de la ciudad, Juan Manuel Llano, con las vueltas y las largas dadas a este asunto. El evento que ya se había realizado, sin mayor trascendencia y sin escandalizar a nadie, saltó a los medios precisamente por la polémica con que se manejó.
Bastaba con imponer unas condiciones, ceñidas a la ley, para impedir el ingreso de menores, y que el adulto que quisiera ir que fuera, pues a muchos ni falta que les haría asomarse por allí.
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