El asesinato en Guatemala del trovador argentino Facundo Cabral es un golpe a la libertad, la poesía, la verdad y la paz del continente, y la demostración infame de que la vida ha dejado de ser un derecho fundamental para convertirse en un milagro si se logra conservar.
El mundo artístico y político está conmocionado, porque Cabral fue un verdadero transformador social a través de su música, cargada de amor y de una aguda crítica a los regímenes totalitarios de los que él mismo fue víctima durante la dictadura argentina, en 1976.
La líder indígena guatemalteca y Premio Nobel de Paz, Rigoberta Menchú, no dudó en asegurar ayer que Facundo Cabral "fue asesinado por sus ideales", en clara alusión a que el cantautor argentino no podía tener más enemigos que los que veían en su música una denuncia contra la violación de los derechos humanos y las libertades.
Los mensajes de paz de Cabral eran de aquí y de allá, parodiando una de sus canciones más famosas. La Unesco lo declaró "Mensajero mundial de la paz" y estuvo nominado al Nobel de la Paz en 2008.
"Si estás poblado de amor no podés tener miedo porque el amor es valentía. Yo me crié en la violencia, con siete hermanos, nueve años en el desierto y cuatro de ellos murieron de hambre y de frío. Me crié con la violencia, luego la dictadura, el abandono de mi padre", dijo Cabral el año pasado, en un entrevista en México, cuando le preguntaron si no tenía miedo de actuar allí.
Y claro que no tenía miedo y, menos, la idea de que fuera asesinado en Guatemala.
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