Con la llegada ayer de los primeros 400 soldados de las fuerzas africanas de la misión internacional de apoyo (Afisma) para reforzar a los 1.800 soldados franceses destacados en Malí, se confirma que el conflicto en ese país va para largo porque los insurgentes de Al Qaeda del Magreb Islámico están más fortalecidos gracias a su capacidad financiera basada en extorsión y secuestro; poderoso arsenal y su fácil manera de escabullirse en zona desértica, la cual es complicada para los franceses.
El ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, informó que el objetivo es que la cifra de militares galos en esa nación ascienda a 2.500 y llegue a los 3.300 con los efectivos africanos, esto para proteger al país de los rebeldes integristas que ocupan desde hace 10 días la ciudad de Kona, a 700 kilómetros al noreste de la capital Bamako.
Analistas han indicado que lo que está pasando en Malí no es nuevo y hace parte de la desestabilización del norte de África, que viene desde 2011 con la Primavera Árabe, y que se replicó en Argelia.
Jerónimo Delgado, experto en estudios de África de la Universidad Externado, dijo que "el grupo integrista islámico que persigue Francia, antes fue su aliado en el Consejo de Transición en Libia que ayudó a derrocar a Gadafi. Antes sirvieron pero ahora son enemigos".
En este orden de ideas, el año pasado hubo un golpe de Estado en Malí "pero nadie dijo nada. Ahora que Al Qaeda del Magreb Islámico está entrenando gente y gana terreno en ese país, Occidente se pone las pilas para que no se convierta en una amenaza", añadió Delgado.
Asimismo, fuentes de seguridad malienses y francesas dijeron ayer a Efe que recuperaron el control de Diabali, situada a 400 kilómetros de Bamako, y que fue tomada el pasado lunes por grupos salafistas que controlan el norte de Malí desde junio de 2012.
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