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Hace 60 años Rojas sacó del poder a Laureano

Llegó al poder el 13 de junio de 1953 y apaciguó una guerra "política" que ocasionó miles de muertes.

  • Hace 60 años Rojas sacó del poder a Laureano
09 de junio de 2013
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¿Quiénes y por qué, hace 60 años, llevaron al país a caer en el único golpe militar, consumado en el siglo XX? Golpe de Estado –junio 13 de 1953- que derrocó a Laureano Gómez y llevó a la presidencia al general Gustavo Rojas Pinilla.

Recordemos un poco la historia. La que nuevamente confirma que no hay efecto sin causa.

El ambiente apasionado y caldeado en que se movía la política colombiana era insoportable. Tenía como marco de referencia la elección, tres años antes, de Laureano Gómez, sin contendor alguno. El liberalismo no acudió a las urnas por considerar que no tenía garantías. Esa elección en solitario, le dejaba a la democracia un sabor amargo, sobre la transparencia de la jornada electoral.

En ese ambiente crispado, el liberalismo se lanzó a una feroz oposición. Carlos Lleras fue la voz cantante del más recalcitrante sectarismo. Ante las llamadas que hacían algunas voces conservadoras sensatas, no adscritas al laureanismo para llegar a una conciliación, Lleras negaba todo signo de convivencia y de armisticio. Años después sería un convencido de la reconciliación política.

El conservatismo protocolizó la división. A quienes no comulgaban con las directrices de Laureano Gómez, se les estrujaba. En tanto se realzaba la figura de Mariano Ospina Pérez, para buscar su reelección presidencial, el laureanismo intentaba silenciarlo. Ospina era incómodo para las aspiraciones que movía Gómez para uno de sus hijos o para alguno de sus ahijados. La querella estaba casada.

Laureano tuvo que retirarse del poder, cuando no llevaba ni la mitad del período. Quedó Roberto Urdaneta Arbeláez encargado de la presidencia. A este le faltaron agallas para frenar las imposiciones que venían desde afuera. La censura de prensa era implacable. Se perseguía por igual a los conservadores ospinistas, alzatistas e independientes como a los liberales. Los periódicos El Tiempo y el Espectador y las casas de López Pumarejo y Carlos Lleras fueron presas de las llamas, incendios provocados por funcionarios del Estado como represalia por el asesinato de policías conservadores por la "chusma" liberal. El ambiente no podía ser más dramático. Las libertades fundamentales del ciudadano estaban conculcadas.

Hasta que llegó el golpe. Laureano Gómez, en la tarde del 13 de junio de 1953 –hace 60 años- asumió el poder. Desbancó a Urdaneta. Su primer acto al reasumir la presidencia fue fulminar con la destitución al general Rojas Pinilla, comandante general de las Fuerzas militares. Ahí fue Troya.

Gómez en vez de quedarse en Palacio para enfrentar con valor las consecuencias de este acto, – como sí lo hizo Ospina el 9 de abril para resistir y no abdicar de la presidencia ante las presiones de los jefes liberales y los generales de la República – abandonó la casa presidencial. Dejó expósita la Jefatura del Estado. Nadie supo en dónde estaba. El país, al garete, sin dirección y sin rumbo.

Enterado de su destitución acudió Rojas al palacio presidencial. No vio a Gómez por ningún lado. Al militar se le despertó, en medio de tantas vacilaciones de los civiles, su ambición por sentarse en la silla del poder Ejecutivo. La libido del poder lo sedujo. Dio el golpe aupado por los conservadores antilaureanistas. Rojas dejó descansar sus nalgas en el sillón presidencial. Consideró que estaba hecho a su medida.

Hoy, 60 años después, los analistas se siguen preguntando si de haber estado Laureano Gómez ejerciendo a plenitud y con su presencia física el cargo, ¿habría sido capaz Rojas de estrujarlo para desbancarlo? ¿De apresarlo quizá? Dudan que hasta allá hubiera llegado el militar.

El gobierno de Rojas sería luego la gran frustración nacional. Los sueños de restaurar la normalidad en democracia pronto se desvanecieron. El remedio castrense resultó ser peor que la enfermedad. Con tanto apoyo y tanta zalamería de los civiles, se envaneció. La lambonería delirante llegó a su clímax cuando lo compararon, como en cualquier régimen chavista, con el Libertador. Era la exageración del desespero de un país que había atravesado "el atentado personal", "la acción intrépida", hacer "la República invivible", consignas que no eran ajenas a la política del sector conservador que se movía por los entretelones de Palacio. De ahí en adelante los civiles pusieron oídos sordos a los ruidos de sables y se percataron de que los golpes de Estado son un juego con candela, que se sabe cómo empiezan pero difícilmente cómo terminan.

En síntesis ¿quién o quienes hicieron posible el golpe militar de hace 60 años? ¿Quién entonces mató al comendador? Lope de Vega, habría respondido: "Fuenteovejuna señor ¿Y quién es Fuenteovejuna? Todos a una". Sí. Todos los mismos que cuatro años más tarde con otros –liberalismo y laureanismo– dieron el contragolpe de Estado, 10 de mayo de 1957 a Rojas. Unos y otros, actores unificados con diversos libretos….

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