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Historias para ver

29 de julio de 2013
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Interesado por los avances promocionales de La prepago me senté a ver el primer capítulo, no perdí el tiempo.

El ritmo de la edición, la musicalización, los encuadres de las imágenes, los diálogos y la actuación fueron producto de un buen trabajo. Vi el segundo y conservó la calidad del primero y el tercero estuvo a la altura. Busqué quiénes estaban detrás de esto y sólo pude darle la razón a mi interés por esta telenovela.

Recordaba La mujer del presidente.

En los años 90 las telenovelas marcaron un antes y un después en Colombia. Los televidentes, acostumbrados a ver novelas colombianas costumbristas, fieles a los romances rosa al estilo mexicano y venezolano – La era de piedra: Cristal, Esmeralda, Topacio…- y entusiasmados con las telenovelas brasileñas, comenzaron a verse frente a la tele con acento propio.

Las productoras comenzaron a creer en libretistas con narrativas atrevidas donde la realidad colombiana se exponía en la pantalla. El temor a lo nuevo y a la pérdida económica se fue esfumando y el entusiasmo de los televidentes contagió a las productoras.

En estos dieciséis años la lista es vasta. La experiencia de mano de la tecnología ha logrado producciones importantes, ahora son los televidentes de otros países los fieles a nuestras historias y la teleaudiencia colombiana ve con igual interés las propias.

Como en todo lo masivo hay muchas que pasan sin pena ni gloria, sin embargo hay algunas que se quedan en la memoria y los escépticos que se ufanan de ver series extranjeras por cable, reconocen haberse dejado atrapar por algunas de estas producciones.

¿Qué tienen de singular?

La dramaturgia y la manera de contar una historia en imagen. Detrás de lo que vemos en cada capítulo, están los que crean, investigan y escriben: los libretistas. Puede tenerse alto presupuesto, despliegue tecnológico, excelente equipo y estrategia de mercado pero si está mal escrita es muy difícil que deje huella.

Bernardo Romero Pereiro y Mónica Agudelo (q.e.p.d.): Sangre de Lobos (1991) y Señora Isabel (1993). Mónica Agudelo: La Maldición del Paraíso (1992), Hombres (1996), La Madre (1998). Los Mauricios: Miranda (q.e.p.d.) y Navas, que se encargaron de escribir OKTV La Alternativa del Escorpión (1992), La Otra Mitad del Sol (1996), La Mujer del Presidente (1997). Ana María Londoño: Tiempos Difíciles (1997), El fiscal (1998). Novelas que han logrado convertirse en verdaderos clásicos de referencia.

En esta última década han surgido escritores audaces. Ahora se escribe a seis manos y a pesar de las nuevas modalidades corporativas algunas historias han sido escritas con cuidado, sin el punto seguido del rating, con tiempo y dedicación, como lo exige toda novela. El último matrimonio feliz (2008), de Adriana Suárez y Pedro Miguel Rozo. Correo de Inocentes (2011), de Ana María Londoño y Rafael Noguera. Tres Milagros (2011), Carlos Duplat y Luz Marina Santofimio. Escobar, El Patrón del Mal (2013), investigación por Alonso Salazar, adaptada para televisión Juana Uribe y Camilo Cano y los guiones de Juan Ferrand. La promesa (2013), idea de Clara María Ochoa, escrita por Irma Correa, Margarita Londoño, Paul Rodríguez y Catalina Palomino. Allá te espero (2013), por Adriana Suárez y Javier Giraldo. La Prepago (2013), por Carlos Duplat y Luz Marina Santofimio, creada por Jorge Franco. Nadie sabe de ellos y sin ellos no hay nada.

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