Durante su visita a Medellín, el director de la revista Technology Review del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Jason Pontin, estuvo diciendo que el próximo Mark Zuckerberg iba a surgir de una ciudad como la nuestra.
Lo mismo le dijo a Alexánder Torrenegra en una charla que sostuvieron un día antes de que este bogotano, radicado en Nueva York, recibiera el premio TR35 como Innovador del año.
Torrenegra le preguntó por qué la revista empezaba una estrategia global y Pontin respondió: “Estamos convencidos de que las innovaciones más importantes del siglo XXI no van a venir de las cajitas en las que estamos metidos en Cambridge o Silicon Valley, van a venir de economías emergentes donde hay más necesidades y tenemos que estar en esos países para poder contar la historia”.
Torrenegra cuenta que se le puso la piel de gallina escuchando esto. Ambos comparten la misma búsqueda.
Alex, como se presenta en las tarjetas de Voice Bunny, una de sus compañías, fundó desde 2004 una incubadora de empresas llamada Torrenegra Labs.
A él le gusta decir que es una aceleradora de ideas porque su esencia es ayudarle a otros empresarios como él a ejecutar con éxito sus innovaciones en un mercado tecnológico prometedor.
Recientemente, su compañía fue incluida por la revista Forbes entre las ocho start-ups fundadas por inmigrantes más importantes en los Estados Unidos, junto a proyectos tan reconocidos como Instagram.
“Ni mi equipo, ni mis socios ni yo estamos aquí para taparnos de plata sino porque estamos muy apasionados por ver que la gente alrededor nuestro también innova”, dice con la modestia que lo caracteriza.
Cuando escuchó con sorpresa que había sino elegido como Innovador del año, salió al escenario de Plaza Mayor a contar la historia de su primera empresa.
Tenía 14 años y con el sueño de tener un computador fue a pedir un préstamo al banco. Para pagarlo había planeado digitar trabajos y realizó todo un estudio de mercado en su barrio, en el centro de Bogotá.
Así que cuando la gerente de la sucursal, donde tenía una cuenta de ahorros para niños, le preguntó en qué invertiría y cómo pensaba pagar, él tenía las respuestas.
Los 850 mil pesos que le prestaron en 1992 le sirvieron para iniciar un negocio casero que se convirtió más tarde en una empresa de mantenimiento de computadores bastante rentable.
Aunque luego tuvo que migrar a Estados Unidos y empezar desde cero, las vueltas de la vida lo llevaron al mismo punto: continuó siendo un joven emprendedor que hoy, a sus 33 años, ha creado cerca de 15 empresas de tecnología.
Con empresas como Voice Bunny, un novedoso servicio de voces que entre sus clientes tiene a Pixar y Electronics Arts, Alex quiere cambiar el modo en que el mundo consume contenidos.
“Yo espero que Torrenegra Labs llegue a tener un impacto profundo en la sociedad que tuviera que ver con educación y movilidad social en Colombia”, dice Tania Zapata, a quien Alex llama “socia, mejor, amiga, amante y esposa”.
Sin proponérselo, él mismo se ha convertido en un Mark Zuckerberg en potencia junto a otros jóvenes emprendedores que con innovaciones tecnológicas tienen el privilegio de cambiar el rumbo de la historia.
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