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La ley de víctimas en sus aspectos antropológicos (1)

En buena hora, la ley estipula la restauración del tejido humano que está herido.

  • La ley de víctimas en sus aspectos antropológicos (1) | Hernán Vanegas |
    La ley de víctimas en sus aspectos antropológicos (1) | Hernán Vanegas |
31 de mayo de 2011
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El país tiene un nuevo estatuto legal. Alude al respeto merecido a las víctimas del conflicto armado y busca aplicar la justicia a quienes padecieron los efectos de las armas: sus derechos fundamentales fueron cercenados. Con este proceso democrático que inicia intenta pagarles la 'deuda histórica' que con ellos se posee.

La ley contempla el aspecto territorial, físico y económico de la devolución de tierras; asume también la herida causada en el ser humano al mirarle como sujeto poseedor de derechos naturales y como un ser susceptible de recibir impactos que le hieren su vida. Pretende entonces instaurar unos procesos de restauración psicológica y social vinculados a una promesa: lo ocurrido no volverá a suceder. La presente reflexión asume esta segunda parte del contenido legal.

La situación de la persona: Existe un principio de fondo, de orden humano, que amerita una consideración básica: la realidad humana de la víctima.

¿Cómo se mira ella a sí misma después de 'haber padecido lo que ha padecido? Es claro: ha perdido sus raíces, las que le brindaban un primer estadio de identidad; ahora, los días de su historia andan a la deriva. Es una condición no buscada por voluntad propia, ha sido gestada en el trato recibido, el que la declara como hija de la brutalidad.

La injusticia que circula ahora por sus venas hace que broten en su piel los signos de la indignidad. Le profieren éstos una dura sentencia: su vida exterioriza un rango menor como ser humano y como ciudadano.

Esta absurda situación es digna de un proceso encaminado a la restauración de la dignidad. Así queda planteado en la ley

La memoria: La víctima palpa que está herida en su memoria. Guarda allí tanto los recuerdos del estilo de vida que le eran propios como los impactos de la jornada virulenta; los del arma, cuando ésta le intimidó.

En el día de la agresividad las decisiones 'sobre mi vida' fueron tomadas por unos sistemas injustos, por lo inhumanos que son. Primaba en ellos el impulso de una idea, plasmada en un fusil, sobre el valor de la persona.

Esa herida se hace presente. No sólo ayer. Mientras la memoria de ese momento continúe, su fuerza estará martillando. ¿Cómo? En aquella eventualidad, la confianza en la humanidad fue demolida: Se pregunta en este momento: ¿puedo seguir confiando en quien o en quienes aniquilan los lazos con la vida?

La vigencia de este interrogante, que se plasma en la vacilación sobre si aquel con el que ahora me encuentro en la vida me brinda su mano o me acosa con violencia, es una cicatriz en el momento subsiguiente a la mañana de la violencia, al día actual.

Nuevos y profundos gestos de confianza interpersonal deberán abundar en la memoria que ha padecido el dolor para subsanarle los rasgos todavía vivos y marcados por el temor y la desconfianza. Es gestión indispensable si se espera que la persona recobre su idoneidad para la convivencia.

El sentido de la libertad: Similar situación se percibe en el caso de la libertad cuando ésta es vulnerada. Así sucedió. Se hizo, con la persona y con los suyos, 'lo que se quiso'. Sin ningún espacio para la autodeterminación. Quienes así practicaron la violencia actuaban como hijos de unos absolutismos; fueron atiborrados de eslóganes y de motivos pasionales para que actuaran como actuaron. Es la argumentación propia del déspota. El déspota presume ser el 'padre' de la víctima.

Si la razón para obrar es el postulado de la agresividad, la verdad de la persona, su autodeterminación, su proceso histórico de libertad, carece de importancia. La estrategia de la muerte incluye el tránsito por la negación de la libertad, ya para vivir, ya para morir.

En buena hora la ley estipula la restauración del tejido humano que está herido. Procesos pedagógicos que revitalicen los niveles de valoración en la libertad han de surgir en las sociedades. Harán que ellas retomen como propias las huellas de su autodeterminación.

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