Cuentan esas historias que tienen, muchas veces, ese ritmo vertiginoso que produce el miedo y el no saber si ese fue el que disparó o fue la mujer. Ese ritmo de los sonidos de las motos que persiguen, de los silencios que quedan en un crimen perfecto. Cuentan todas esas historias y esas que no caben en la descripción, pero que se unen en un concepto que con la palabra tiene: negro.
Les fue tan bien las dos veces anteriores, que les tocó dejar de hacer solo un congreso y añadir al relato una historia más amplia. El congreso Medellín Negro está ahora dentro de un evento más grande, que lidera la Universidad de Antioquia: Medellín Negro.
“Este año tiene diferentes frentes. La primera es la Semana Negra de Medellín, que tiene dos exposiciones fotográficas y una exhibición de películas en toda la ciudad. Lo segundo es el congreso, que este año tiene más o menos 15 conferencistas, 40 ponentes y 300 asistentes. Lo tercero es la publicación del ganador del concurso de relato de crimen del año pasado”, cuenta Gustavo Forero , el coordinador académico.
Este año la cosa va tan llena como los anteriores. Las inscripciones del congreso se llenaron a los 15 días, tanto que están pensando la posibilidad de que otros interesados puedan asistir.
Lo que pasa es que el género negro se ha ido ganando las miradas, no solo de los colombianos. “Creo que es la literatura que ahora domina los estudios literarios -señala Gustavo-. Esto es una ola negra mundial”.
En el país se escucha hablar de Rosario Tijeras de Jorge Franco y la Virgen de los sicarios de Fernando Vallejo , como dos de los referentes más cercanos. Sin embargo, en Colombia hay más o menos 100 novelas publicadas sobre el tema.
Reflexión y aprendizaje
El género se relaciona con la novela policíaca, detectivesca, pero, de todas maneras, es aún más amplio. El escritor y cronista José Alejandro Castaño explica que “en efecto se ha entendido toda esta temática relacionada con el mundo criminal. Yo diría que no solamente es eso, sino también lo marginal. Yo diría la pobreza, por ejemplo”. Aunque añade que lo marginal no excluye las élites.
Gustavo hace la precisión a Colombia e incluso propone un nombre más cercano: novela de crímenes. “A nosotros lo que nos está haciendo reflexionar como escritores y académicos es la naturaleza del crimen y eso en Colombia es muy importante, porque es un país muy conflictivo y lo que nos interesa es explicar ese conflicto”.
Quizá es solo una manera de entender esa violencia que se vivió y se vive, a través de los relatos. “Hay un cierto morbo y una curiosidad por entender”, indica José Alejandro.
La propuesta es, entonces, un espacio para la discusión. El eje es la literatura negra, pero también el género negro, donde cabe el periodismo, el cine, el arte. Después será el teatro. Todos, en últimas, comparten lo mismo: esa historia que pone rojo, o negro, el corazón. De cualquier manera.
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