En las salas contiguas se amontonan una veintena de pantallas y por lo menos 16 profesionales de la salud que uniformados en sus trajes azules rodean el equipo fabricado por la empresa Corindus mientras preparan todo para la segunda angioplastia del día.
"Ya viene el segundo paciente", le indican en inglés a uno de los tres investigadores estadounidenses que se mantiene alerta recolectando información sobre el desempeño del Corpath 200.
Este moderno aparato que se estrenó en la ciudad en marzo de 2010 incorpora un avanzado equipo radiológico y un brazo robótico.
"El sistema brinda completo control sobre la intervención desde una cabina. Con la asistencia de un robot permite precisión en la ubicación de guías, stents y globos de cateterismo", asegura la compañía que lo desarrolla.
Después del hito médico del año pasado, los investigadores regresaron a la ciudad para adelantar la segunda parte del estudio que pretende hacer de la hemodinamia asistida robóticamente un asunto de la cotidianidad.
La investigación, llamada Precise y avalada por la agencia encargada de la salud en los Estados Unidos, la FDA, entra en su segunda etapa con la aplicación de forma masiva de estos procesos endovasculares asistidos por el Corpath 200.
En 2010, la Corporación Biotecnológica Cardiovascular (Corbic) realizó el procedimiento a una decena de pacientes. En esta ocasión, serán cerca de 40 colombianos quienes confiarán su vida a la destreza del robot. En el momento, otros ocho centros estadounidenses desarrollan pruebas similares.
"Vemos al país como un lugar para hacer proyectos de investigación serios y de rigor científico, avalados por entidades reguladoras de gran credibilidad a nivel mundial", afirma Carlos Ignacio Granada Solis, gerente general de Corbic.
Preciso, eficaz, ágil
Además de la precisión, los especialistas destacan otras ventajas como la reducción de la exposición a la radiación del paciente y del personal médico. Con esta, los especialistas pueden ver en tiempo real las maniobras del robot y las obstrucciones arteriales.
El doctor Juan Andrés Delgado visualiza en uno de los 20 monitores aquella "araña" culpable de un infarto que por poco le cuesta la vida al paciente.
Localizado el objetivo, él y aquellos colegas que tienen que entrar en la habitación donde descansa inmóvil el Corpath 200 se visten de plomo de pies a cabeza. Así se protegen de la radiación
La intervención, considerada mínimamente invasiva, arranca a las 11:45 de la mañana. Una pequeña incisión en la ingle le abre paso a un dispositivo que trepa por la arteria femoral.
Por esta guía, los cardiólogos deslizan hasta el corazón un globo endovascular y el stent , un artefacto diminuto que se aferra a las paredes de los vasos con el cual ensanchan las vías sanguíneas taponadas.
Es entonces cuando revive el Corpath y su brazo robótico. Controlado por Juan Fernando Granada a escasos dos metros del paciente, el robot es el encargado de ubicar este dispositivo en el lugar preciso.
A las 12:15, apenas media hora después de iniciada la intervención, el paciente tiene una arteria o tal vez un corazón algunos milímetros más grande.
"Le fue muy bien, excelente. Ya resolvió su problema", le cuenta, entusiasmado, el cirujano Guillermo Blanco a su paciente. "Mucho más fácil", reconoce en un inglés con algo de acento costeño a sus tres compañeros neoyorquinos.
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