La noche del 19 de abril de 1970, los colombianos se acostaron pensando que Gustavo Rojas Pinilla había ganado las elecciones presidenciales. Cuando se levantaron, se enteraron que Misael Pastrana Borrero había sido elegido presidente por escasos 60 mil votos.
Algunos aseguran que a Rojas Pinilla le robaron las elecciones. Lo paradójico es que de habérselas robado, los hampones, con el argumento que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, no sintieron vergüenza, pues se sabe que años antes, el dictador Rojas Pinilla no tuvo reparos para robarle la presidencia a Laureano Gómez.
Independientemente de si se robaron las elecciones, ese 19 de abril se produjo en Colombia un "big bang", que nos dio las tres más grandes bendiciones de nuestra historia:
La primera bendición la recibimos al hacer presidente a Misael Pastrana. Gracias a ello, su pequeño hijito Andrés tuvo a su disposición la Casa de Nariño para hacer las prácticas, y directamente de su padre, aprender esos truquitos que le permitieron manejar el país con el piloto automático.
La segunda bendición que recibimos ese memorable día se produjo al convertir en víctima al dictador Rojas Pinilla. Luego de este evento, su fortín político aumentó y le fue heredado a su nietecito Samuel Moreno, quien lo aprovechó para llegar a la alcaldía de Bogotá y lograr la más espectacular gestión.
Como reacción al presunto robo de las elecciones, la fecha del 19 de abril sirvió como origen al grupo guerrillero M19. Como consecuencia de lo anterior, apareció Gustavo Petro, nuestra tercera bendición.
Los colombianos somos de malas y estamos repitiendo la anterior historia:
Un grupo de ciudadanos de Bogotá, quienes extrañamente desconocen la maravillosa gestión de Petro, llevaron firmas a la Registraduría para que se cite a votaciones, y sea el pueblo quien defina si Petro debe dejar su puesto.
Petro, quien vanidoso se ve bonito, en su cuenta de Twitter anunció que renunciaba a cualquier proceso de escrutinio de firmas, y que le pediría a la Registraduría que convocara a elecciones.
La cantidad de tutelas, acciones populares, derechos de petición y denuncias penales, que se han puesto en contra del proceso de recolección de firmas, contradicen lo que Petro dice, y lo perfilan como el rey del bla bla blá, quien se atornilla a un puesto que podría no merecer.
Al igual que Rojas Pinilla le dio un golpe a Laureano Gómez para derrocarlo, ahora Petro, nieto político de Rojas Pinilla, utilizando jugadas jurídicas, le viene dando un golpe a la democracia, enredando a la Registraduría, para evitar la revocatoria promovida por Miguel Gómez, nieto de Laureano Gómez.
Menos mal los colombianos somos diferentes a Petro, y nunca se nos ocurriría armar un M19, para luchar contra sus piruetas.
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