Que la muerte había venido por Gabo lo supieron muchos por los 140 caracteres de Twitter. Entonces los usuarios de las páginas digitales de los periódicos empezaron a buscar confirmaciones, detalles, perfiles. Cuando alguien como Gabriel García Márquez se muere, parece no ser suficiente lo que se lee, lo que se escucha, lo que se mira.
Como es propio de esta época, en la que muchos hablan de periodismo digital, la noticia fue llegando, en una mezcla de formatos: radio, televisión, medios digitales. A Gabo se le leyó, se le escuchó, se le miró y se le escribió desde las tres de la tarde, cuando trascendió que se había ido.
Los medios de comunicación no fueron los únicos que se ocuparon de su muerte. La gente fue haciendo lo suyo, en la medida de sus posibilidades: recordó sus obras y sus frases, compartió videos y fotos. La noticia se fue pegando como retazos: de aquí, de allá, de más allá, del otro lado.
Desde que estaba enfermo se utilizaron hashtags como #fuerzaGabo.
En los periódicos, sobre todo los hispanoamericanos, aprovecharon para hablar de Gabo desde diferentes posibilidades digitales. Pasaron del texto al video, de las galerías de fotos a la interacción, de los sonovisos a las cronologías animadas, de los perfiles a las multimedias. Todo fue posible para hacer un homenaje al Nobel de Literatura.
Los medios del mundo se percataron de la noticia y describieron al escritor colombiano en los títulos. El New York Times lo llamó el conjurador de la magia literaria. El Nuevo Herald, de Miami, maestro del realismo mágico. Los Ángeles Times lo puso como el maestro literario del realismo mágico. El telégrafo, de Ecuador, el patriarca de la soledad. La Jornada, Genio de Macondo. El ABC de España, el narrador universal. El País de España, que fue uno de los primeros en mostrar su especial, puso en el antetítulo que desaparece un mito de las letras hispanas. Luego lo llamaron maestro universal
Otros títulos fueron más a la noticia. El Mundo de España dijo que La magia pierde a Gabo. La República de Perú, Gabo ya es inmortal.
Pocos demostraron no estar listos para la muerte de Gabo. Los especiales por la muerte del Nobel estaban preparados. La muerte del escritor era como su novela, Crónica de una muerte anunciada. Estaba enfermo y había que estar preparados para hacerle un homenaje de las letras y junto a los lectores.
Las noticias fueron llegando de distintas formas. Cada medio de comunicación trató de hacerlo a su manera, buscando a los críticos, a los amigos, al que tuviera algo que contar. A sus mismos periodistas, si alguna vez compartieron un taller con el Nobel.
Presidentes, gobiernos y distintas personalidades tuvieron algo para decir. Desde cartas, como los reyes de España, hasta mensajes por teléfono, televisión o Twitter.
Muchas noticias llegaron por agencias. Otras por los periodistas que hacen romería en la casa de Gabo, en México, y en la sala de velación.
De Mercedes Barcha, por ejemplo, se supo por un amigo de la familia, Jacobo Zabludovski, cuando salió de la vivienda del autor y contó que "está bien, contesta constantemente al teléfono, llena de tristeza, pero tranquila".
Las réplicas fueron, sobre todo, de la misma manera: por los retuits de la gente, que se conmovió con la muerte del escritor de las mariposas amarillas.
Aunque no todo fue color de rosa. Algunos tuvieron sus comentarios negativos, más que frente a la muerte, sobre lo que significaba la figura de García Márquez. Le criticaron, sobre todo, sus ideas políticas.
Los detalles que se saben
Gabo se murió un Jueves Santo. Pensaría él, quizá, un día perfecto para su vida de novela. Tal vez hizo un esfuerzo o alcanzó a hacer un conjuro con la muerte, para morirse el mismo día que Úrsula Iguarán, la de Cien años de Soledad, que cumplió con su promesa de morirse después de las lluvias.
"Amaneció muerta el Jueves Santo. La última vez que la habían ayudado a sacar la cuenta de su edad, por los tiempos de la compañía bananera, la había calculado entre los ciento quince y los ciento veintidós años".
De Gabito no se ha dicho si hizo o no una promesa. De hecho, poco ha sido oficial. Su familia ha sido reservada en los detalles de la muerte, como ya lo había sido con la enfermedad. Se sabe, de todas maneras, que ya su cuerpo fue cremado y que hasta el lunes no se hará más nada. Ese día recibirá un homenaje en Bellas Artes, México, el máximo honor que se hace en el país.
No se sabe, por ejemplo, si las cenizas se traerán a Colombia. Su hermana Aída lo ha pedido en declaraciones, pero no se sabe si Gabo se acostará a dormir, para citar las mismas palabras que él le dijo al abuelo cuando estaba pequeño y este lo llevó a la casa del Belga, que ya estaba muerto, en México o en Colombia. Se sabe, eso sí, con sus mismas palabras en esa visita, que el Gabo ya no volverá a escribir más (Su frase era: "El Belga ya no volverá a jugar ajedrez").
El Jueves Santo fue buena fecha para Gabo, pero difícil para los medios de comunicación: no muchos circulan, de manera impresa, el Viernes Santo. Algunos sacaron ediciones extraordinarias. Otros prefirieron aprovechar los formatos digitales. Porque Gabo, además de Jueves Santo, se murió a los 87 años, cuando las noticias corren en pocos caracteres, y de un celular a otro. Cualquiera puede decir y nunca es suficiente para leer, oír, escuchar, mirar, experimentar.
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