Uno de los temores que más tienen los ciudadanos es a tener un vecino parrandero y ruidoso. Porque eso de pasar noches en vela por culpa de una parranda ajena es muy incómodo y si la situación es hasta la madrugada o en días de semana, adquiere ribetes de pesadilla.
Pero hay agravantes. Se trata de esos vecinos indeseados que, aparte de incomodar, se escudan en su calidad de empleados públicos para evadir responsabilidades o de los que asumen actitudes belicosas para acallar a quienes se quejan. Es lamentable que muchos ciudadanos no encuentren paz ni siquiera en su casa, por cuenta de malos vecinos. ¿Y las autoridades? Algunas veces responden y ayudan, pero son más en las que no pueden hacer algo, por imposibilidad de estar en todas partes o por presiones de quienes son señalados.
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