La santidad es patrimonio común de la humanidad, más aún, de la creación. San Pablo dijo abismado que la creación entera gime con dolores de parto esperando la gloriosa liberación de los hijos de Dios (Romanos 8, 19-22). La santidad es una espera de cada persona y cada cosa con gemidos de parto. Inimaginable.
La santidad hace referencia a la filiación divina. Toda criatura es hija de Dios, es decir, tiene a Dios como Padre. En la filiación hay paternidad y en la paternidad hay filiación. El hijo recibe la existencia del padre, y el padre tiene en el hijo el sentido de su paternidad. Entre ambos existe una relación esencial de amor.
Orar puede ser sólo eso, sentarme a tomar conciencia de que soy hijo de Dios y que Dios es mi Padre. Él está en mí dándome amorosamente la existencia en cada instante por toda la eternidad. Miro mi rostro, mis manos y mis pies y me estremezco de que mi Creador esté tejiendo cada una de sus células con infinito amor.
Dios no se parece a ningún papá, pues si así fuera, Dios no sería Dios. Tengo el atrevimiento de meterme en su corazón divino, para que él mismo me revele lo que es. Y me digo en silencio: cada padre terreno debe parecerse a él.
S. Teresa oraba así: "'Padre nuestro, que estás en los cielos'. ¡Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo y cómo parece vuestro Hijo hijo de tal Padre!" La gran mística española experimentaba un júbilo inenarrable en meditar el Padrenuestro. Obra perfecta de la santidad. Dios aconteciendo en ella, ella aconteciendo en Dios.
Y S. Teresita escribió: "Quiero ser santa, pero siento mi impotencia, Por eso te pido, Dios mío, que seas tú mismo mi santidad". Su instinto prodigioso la llevó a ver que la persona es la santidad.
Santo significa perfecto. Dios es santo porque es perfecto. Y al crear, participa su perfección a cada ser creado. La santidad del hombre es Dios.
La fiesta de todos los santos es la fiesta de Dios y de todos los seres de la creación comenzando por el hombre. Las buenas obras no dan la santidad, la manifiestan.
El primero de noviembre celebramos la fiesta de todos los santos. Nos incluye a todos. Necesitamos disponernos para tan deliciosa celebración de mirar, escuchar, oler, gustar y tocar a Dios, entenderlo e imaginarlo; es decir, amarlo.
* Monticelo, Centro de Mística.
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