La primera persona que un turista conoce es un taxista; cuando se presenta una emergencia, los taxis sirven como ambulancias provisionales, que muchas veces salvan vidas. Son sicólogos, guías turísticos y hasta honrados para que nada se pierda.
También tienen la sombra de una mala fama ganada por numerosos atracos, paseos millonarios y actos siniestros de unos pocos, que han marcado el destino de este oficio desde sus inicios, por allá en los años 20, cuando se impuso la moda del carro y hubo calles para transitar.
Ayer, este gremio celebró su día. Se reunieron en el Parque Juan Pablo II los taxistas que en el último año no han recibido ni un solo comparendo y según la Secretaría de Tránsito y Transporte se merecían un pequeño homenaje.
Decenas de historias
Dos que estaban llenos de historia para contar eran los hermanos Juan y Julio Muñoz. Llevan más de 30 años manejando taxi. Por ejemplo, Juan empezó manejando un Dodge Dart modelo 71. Ahora maneja un Chevrolet 7:24 del 2006.
"En ese tiempo me tocaba liquidar 200 pesos, que para la época era mucha plata. Pero bueno, ahí voy", recuerda Juan.
Por su parte Miguel recuerda que el primer taxi que manejó fue un Pontiac del 54, que parecía un elefante por las calles de la ciudad. "Por lo general me tocaba por las noches. Y antes eran muy oscuras, pero yo me las arreglaba para conseguir la liquidación y me quedara alguito", recordó Julio.
Aunque a uno le han tocado más cosas que al otro. Por ejemplo a Juan nunca se le olvida la vez que le tocó transportar a un embajador de Israel porque la camioneta en la que iba se dañó.
"Era muy chistoso, porque iba el taxi mío en la mitad de como cinco o seis patrullas de carros y de motos. Pero no solo ha sido eso, también le hice carreras a Leonel Álvarez y Faustino Asprilla".
En cambio, a Julio le han pasado cosas más duras, como recoger a personas que acaban de ser atacadas y le toca hacer de buen samaritano.
"Recuerdo la vez que me encontré una persona a quien le acababan de robar todo. Le habían dado escopolamina y después le quitaron hasta la ropa. Yo la recogí y la llevé para donde un amigo. Le conseguí ropa, zapatos y algo de comer. Después la llevé a la casa porque me dijo que se sentía mejor. Para mí, eso es lo mejor y lo más duro que me ha tocado en esta profesión", dijo Julio.
Y los dos están de acuerdo que lo mejor de su profesión, por peligrosa que sea algunas veces, es que se puede ayudar mucho a la gente que vive y visita la ciudad.
El pacto
La conversación entre los hermanos se dio en medio de la firma del pacto ciudadano de convivencia entre la Alcaldía de Medellín y gran parte del gremio de los taxistas.
El secretario de Tránsito, Ricardo Smith, invitó a los taxistas y empresarios a que hicieran el esfuerzo por prestar un servicio amable y seguro.
"Hemos demostrado que con la campaña que adelantamos de cultura ciudadana, se han logrado reducir los índices de mortalidad en accidentes de tránsito, y por eso queremos que los taxistas también estén en la misma línea", dijo Smith.
El presidente de Tax Individual, Fabián Quintero, que representaba a las demás empresas también invitó a los taxistas a comprometerse con el tema de la convivencia.
"Hacemos un llamado a que la administración municipal observe el esfuerzo que hacemos para mejorar el tema de la movilidad y la seguridad de los ciudadanos que utilizan el servicio", explicó Quintero.
Sin embargo, Darío Trujillo, de la Asociación de Taxistas Fuerza Amarilla, llamó la atención sobre algunos temas pendientes.
"Estamos viendo con preocupación cómo están manejando la chatarrización algunas empresas. En vez de recibir una indemnización, estamos pagando para recibir un paz y salvo. Hay que revisar eso bien", afirmó Trujillo.
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