El día de "No tanqueo" no se sintió para las cajas registradoras del negocio del combustible. Esta y otras iniciativas similares por llamar la atención del Gobierno para revisar la política del precio de la gasolina, son excelentes estrategias simbólicas y requieren de mayor pedagogía y visibilidad.
Muchos pagan el combustible sin problema, les parece costoso, pero no hacen nada para evitarlo, quizás porque no hay mucho por hacer.
El Gobierno tiene una deuda social desde hace muchos años por los abusos en el precio del combustible. Sin embargo, no ha habido gobernante al tanto. ¿Y cómo pensar en sacrificar la más importante goterita fiscal del país?
El Presidente se jacta de tener una empresa como Ecopetrol con un crecimiento histórico en sus utilidades, un potencial grande en reservas para la explotación y unas perspectivas financieras alentadoras.
Colombia ostenta ser el décimo país con la gasolina más costosa del mundo detrás de países europeos.
El noveno es Hungría, país donde el ingreso per cápita es de 15.500 dólares anuales, más de tres veces el nuestro. Dos agravantes: somos un país "productor" y pobre. Productor, porque mal que bien, hay unas refinerías propias.
Pero increíblemente gran parte de nuestro petróleo es vendido a multinacionales que lo procesan y luego nos lo venden transformado en gasolina y otros derivados.
En la torta de participación de las ganancias por la venta de gasolina en Colombia, el comercializador minorista trabaja con una rentabilidad que opera entre el 5 y el 6 por ciento.
Los mayoristas como Esso, Texaco, Mobil, Terpel, ganan el 3 por ciento por la venta de combustible. La culpa no es de ellos. Este negocio es rentable, pero para el Gobierno es toda una mina de oro: por cien pesos de gasolina vendida, casi ochenta entran al Estado. Tema álgido y de poco debate.
Bajo este panorama es que se debe hacer una lectura que permita entender las razones de la no voluntad política y conciencia social de quienes están al frente del poder y permiten que cosas tan alocadas vulneren el bienestar general.
A Ecopetrol le cuesta $3.320 producir un galón de gasolina y lo vende a los distribuidores mayoristas a $7.895, incluyendo IVA, el impuesto global, y otros. Más del 50% de rentabilidad.
Para cualquier empresario decente, tal margen resulta sospechoso. Mucha diferencia comparar $3.320 que le vale a Ecopetrol producir un galón, con su precio en las calles de $8.911 en promedio.
Dos de los impuestos que nos aplican rayan con lo inverosímil. El primero son las famosas sobretasas regionales, que se aplican sobre el precio final de la gasolina, es decir, después de haber agregado impuestos, marcaciones y otras arandelas fiscales. Como dijo Juan Gossaín en una de sus columnas, "el colombiano que compra gasolina es el único ciudadano que paga impuestos sobre los impuestos que ya pagó".
Y el otro desbarajuste impositivo es el margen de continuidad de procesos, que es un impuesto destinado a remunerar a Ecopetrol por las inversiones que hace. Es decir, que le pagamos a Ecopetrol para ser exitosa. Dan ganas de reír y de llorar. ¿Llegará el día de la gasolina barata?.
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