Más tiendas y pliegos de plástico han sido ofrecidos para asistir a los 4,6 millones de pakistaníes damnificados, según un portavoz de la ONU, aliviando la presión sobre los trabajadores de ayuda que esperan detener la propagación de enfermedades en el país azotado por inundaciones.
Hace tres semanas, las aguas comenzaron a anegar una zona de Pakistán que tiene aproximadamente el tamaño de Inglaterra, destruyendo cosechas, arrasando aldeas, cortando caminos y puentes, dejando a millones de personas sin hogar y sin dinero.
La crisis también ha planteado preocupaciones sobre la estabilidad de un Gobierno que se vuelve cada vez más impopular por su lenta respuesta al desastre, en un país considerado como estratégico en la región y que está luchando contra los insurgentes talibanes.
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